En primer lugar, el mayor antídoto contra el miedo a la muerte es tener la seguridad de que iremos al cielo cuando esta vida termine. Para disfrutar de la eternidad en el cielo, debes recibir a Jesucristo por fe (Efesios 2:8-9; Juan 3:16). Él es el único camino (Juan 14:6).
Segundo, aquellos que han recibido a Cristo por fe deben crecer en Él. A medida que crecemos, ganamos confianza en nuestra salvación. 1 Juan 5:13 dice: «Les escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.» Aprender la Palabra de Dios fortalece nuestra fe y crea alegría en nosotros mientras esperamos la eternidad con nuestro Señor.
Tercero, podemos estudiar lo que la Biblia enseña sobre el cielo. Cuando aprendemos del gozo que nos espera en la eternidad, anhelamos estar con Jesús y los creyentes que nos han precedido. Como consecuencia, tendremos menos miedo a la muerte.
Cuarto, podemos estudiar lo que la Biblia dice acerca de la muerte de un creyente. Debido a Jesús, la muerte ha sido derrotada; ha perdido su «aguijón» (1 Corintios 15:55). La muerte física, para el creyente, es asistida por ángeles (Lucas 16:22) y es temporal debido a la resurrección prometida; de hecho, la muerte a veces se conoce como «sueño» en el Nuevo Testamento (Juan 11:11, 13; 1 Corintios 11:30). Estar «ausentes del cuerpo» es estar «presentes al Señor.» (2 Corintios 5: 8-RVR). Cuando conocemos estas verdades, tenemos menos miedo a la muerte.
Quinto, estamos llamados a vivir una vida sin remordimientos. Nuestro miedo a la muerte a menudo se asocia con la decepción de no alcanzar los objetivos personales. No podemos cambiar el pasado, pero podemos vivir hoy con plena devoción al Señor. Pablo escribió: «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.» (Filipenses 3: 13-14). Vivir sin remordimientos incluye vivir una vida santa en Cristo, hacer discípulos (Mateo 28: 18-20) y usar nuestros dones y recursos para tener un impacto eterno. Jesús enseñó: «No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar.»(Mateo 6:19-20).
Hay algunas otras cosas que pueden ayudar a aliviar el miedo a la muerte. Es importante redactar un testamento legal, hacer arreglos para el funeral y comprar un seguro de vida para los miembros de la familia. Planificar con anticipación puede disminuir el miedo.
Físicamente, también podemos hacer nuestra parte para cuidar nuestros cuerpos. Una dieta saludable, ejercicio y descanso, junto con evitar actividades nocivas como fumar pueden ayudarnos a vivir la vida al máximo.
Finalmente, el Señor es quien puede eliminar nuestros miedos, incluido el miedo a la muerte. Aquellos que lo conocen, que están creciendo en Él y viviendo para Él, pueden anticipar la vida futura con gran alegría, sabiendo que estarán con Él para siempre (1 Pedro 1:8-9).
Fuente: Compelling Truth