Aunque el sufrimiento nos rodea no es un tema que entendemos bien, ni lo queremos experimentar. Si tú eres como yo, si hay una manera de evitarlo, haré todo lo posible para que «me libre de ese trago amargo». ¿Cuántas veces he postergado una visita al dentista para evitar un poco de dolor? ¿O soy el único?
Cuanto más leemos la Biblia descubrimos algo interesante y a la vez preocupante. Parece que una parte importante de la vida cristiana, la de seguir los pasos del Señor Jesús, es estar abierto a lo que Dios quiere hacer en nosotros por medio del sufrimiento. No es que debemos buscarlo deliberadamente, invitando a cualquiera que nos inflija con dolor, castigo o pena. Pero lo que me parece cierto es que, si alguno de nosotros tomamos muy en serio el vivir una vida verdaderamente cristiana, el sufrimiento nos llega, invitado o no. El sufrimiento no es solo la realidad de mártires o de súper-cristianos—santos—sino es lo que todos podemos esperar.
El sufrimiento no solo es ser quemado en la hoguera o perder la cabeza a la espada; sufrir también es cuando alguien se burla de ti por tu fe o cuando tu familia y tus amigos te rechazan porque sigues a Jesús.
Para algunas personas el sufrimiento llega por medio de una enfermedad, por la pérdida de un ser querido, por la pérdida de las posesiones, como en la vida de Job del Antiguo Testamento. Puede ser cualquier daño, dolor, enfermedad o castigo que se siente físicamente. Puede ser también un daño moral que afecta más las emociones y el ánimo.
¿Qué dice la Biblia en cuanto al sufrimiento? Una cosa que podemos entender de la historia humana captada en la Biblia es que nadie está exento del sufrimiento, ni siquiera los cristianos. En ningún lugar Dios nos promete que si lo seguimos no experimentaremos el sufrimiento. Podemos tomar unas palabras que dijo Jesús e invertirlas para entender este principio. El sufrimiento «sale sobre malos y buenos».
El apóstol Pablo, que entendió el sufrimiento mejor que nadie, escribió mucho sobre este tema en el libro de Romanos, capítulo 8. Antes de ver lo específico de lo que decía, nos hace recordar: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito» (Romanos 8:28 RVC). No hay nada que Dios no puede usar para nuestro bien y para cumplir con sus propósitos. Es bueno tener todo esto en mente para ver qué más nos dice la Biblia.
Romanos 8:16–17 (RVC)
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Este pasaje comienza en tono muy positivo y termina con la certeza de que los que son hijos de Dios van a padecer—un sinónimo de sufrir. ¡Ay! Como hijo, como heredero de Dios, como coheredero con Cristo, parte de nuestro patrimonio es sufrir. Y según Pablo el sufrimiento llega a la glorificación. ¡Sin la cruz—algo que debemos tomar cada día—no hay corona de gloria!
1 Pedro 2:21 (RVC)
Y ustedes fueron llamados para esto. Porque también Cristo sufrió por nosotros, con lo que nos dio un ejemplo para que sigamos sus pasos.
El apóstol Pedro también experimentó el sufrimiento. Jesús le dijo que iba a sufrir al terminar su vida y entendemos que Pedro fue crucificado por su fe. Para él fue un honor dar su vida por su Señor «siguiendo sus pasos», pero a la vez no se sintió digno de morir exactamente como Cristo y se les pidió a sus ejecutores que le crucificaran boca abajo.
Sea lo que sea el sufrimiento que experimentamos, ya sea físico, emocional o mental, Cristo nos ha dado un ejemplo de cómo él experimentó todo lo que podríamos sufrir y ahora es nuestro deber y privilegio seguirlo. Pero, una última pregunta entre muchas que podemos hacer en cuanto a este tema: ¿Hay un propósito para nuestro sufrimiento? O sea, ¿cómo puede Dios redimir lo que experimentamos?
Colosenses 1:24 (RVC)
Ahora me alegro de lo que sufro por ustedes, y completo en mi cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo.
Este es un versículo complejo, por cierto. ¿Cómo pueden nuestros sufrimientos añadir algo a lo que Cristo sufrió por nosotros? Claramente, lo que Cristo sufrió en la cruz fue completamente suficiente para los pecados del mundo. Lo increíble es que Jesús nos invita a entrar en sus sufrimientos para que nuestros sufrimientos tengan propósito. Cuando yo sufro, en vez de quejarme y lamentar mi mala fortuna, puedo seguir sus pasos y dedicarme a la oración por alguien que necesite acercarse a Cristo. Te doy un ejemplo. En los últimos meses experimento un fuerte dolor físico que viene y se va. Cuando llega el dolor trato de dedicarme a orar por un ser querido que está lejos del Señor. Mi sufrimiento me lleva más a Cristo y me tiene orando por la salvación de esta persona.
Dios no permite el sufrimiento por casualidad o porque está molesto con nosotros. El sufrimiento es parte de la condición humana. Sin embargo, nuestro Dios amoroso sabe disponerlo para el bien de nosotros y también para su gloria.
Fuente: Bible