En nuestra célula de hogar, recientemente estuvimos leyendo los pasajes de Hechos 2:41-27 y 4:32-35, que dicen:
Hechos 2:41-47
“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
y Hechos 4:32-35
“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.”
La primera vez que me tope con este pasaje quedé totalmente abrumado: tenían todas las cosas en común, vendían sus posesiones y las repartían entre ellos conforme necesitaban; ninguno entre ellos tenía necesidad! Habiendo leído esos pasajes, me quedé también perplejo y se me vinieron muchas preguntas a la mente: entonces, ¿lo que dice ahí significa que no somos dueños de nada y debemos poner todo en un fondo común? Si esta es la voluntad de Dios para nosotros, ¿porqué no escuchamos al respecto en las iglesias? Y además, ¿porqué no vemos que esos pasajes se vivan de esa manera? ¿Poseer es algo bueno o malo? Se lo pregunté al hermano que en aquel tiempo me enseñaba la Palabra de Dios. Su respuesta fue que la Palabra dice que aquellos que era poseedores de tierras o casas (PLURAL) las vendieron. En otras palabras, aquellos que solo tenían una casa o solo un pedazo de tierra no las vendieron necesariamente. En el idioma griego es bastante claro en esto, mientras que la Palabra podría muy bien decir “aquellos que poseían una tierra o casa lo vendieron” en vez de mencionar casas y tierras. Aun así, no me sentí completamente satisfecho con esas respuestas, aunque para mí esas no eran preguntas retadoras: en ese tiempo yo era un estudiante que mas bien estaba en el lado de recibir, que en el de dar :-)). No obstante, esos pasajes se fueron acumulando en una parte de la vida cristiana que era muy difícil de encontrar en nuestro mundo.
Ahora, me gustaría que fuéramos a través de lo que la Palabra de Dios dice, no solamente en lo que a los pasajes anteriores se refiere, sino también al tema de las posesiones en general. Y déjame aclarar desde afuera que aunque muchas veces hablaremos sobre posesiones materiales creo que lo que veremos también aplica a cualquier posesión que Dios nos haya confiado, como por ejemplo talentos y tiempo. Como el tema es bastante grande necesitaremos uno adicional par dar una imagen más completa.
1. Posesiones materiales: no está fuera de la Palabra tenerlas
Con el tiempo, mucho antes de mi primer encuentro con Hechos 2:41-47 y 4:32-35, me dí cuenta del hecho de que hoy no vemos mucho eso de vender las posesiones y ponerlas en un fondo común, no es algo que este fuera de la Palabra. Hechos 2 y 4 no nos dicen que todo cristiano tiene que vender sus posesiones y ponerlas en un fondo común. La posición de los apóstoles al respecto se puede ver un poco más adelante en Hechos 5:1-4 que dice:
Hechos 5:1-4
“Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles. —Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que le mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? ¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? ¡No has mentido a los hombres sino a Dios!” (Nueva versión internacional)
¿Acaso no era tuyo antes de venderlo? Y una vez vendido, ¿no estaba el dinero en tu poder? Si Ananías se hubiera quedado con su propiedad y no la hubiera vendido, NO hubiera sido pecado. El pecado de Ananías no era el que poseyera una propiedad, sino que trajo parte del precio pagado a los apóstoles presentándolo como el monto total. Era legal tener una propiedad y era legal quedarse con el monto pagado en su totalidad. Lo que no era legal era presentar dicho monto a Dios y a la iglesia como completo cuando no era así. Eso era mentirle a Dios y eso fue lo que Pedro condenó. Por lo cual podemos deducir que no es pecado tener posesiones materiales ni que la iglesia del I siglo todos tenían que vender sus posesiones después de convertirse a Cristo.
También, al avanzar un poco más en el Nuevo Testamento, podemos ver que en la iglesia de Corinto se tomaban contribuciones cada semana para las necesidades de los santos (1 de Corintios 16:1). Lo mismo también lo vemos en Hechos 11:27-30 donde, debido a una hambruna, se tomaban contribuciones y se les enviaba a los hermanos de Judea. No se les pedía que vendieran sus posesiones, sino dar una ofrenda, hacer una contribución. Además, la existencia de los pobres demuestra por sí misma que no tenían todo en común, en un fondo común digamos en Jerusalén, como en este caso Pablo no habría tenido la necesidad de pedir a los Corintios una donación: como quiera hubieran dado todo al fondo común.
Además, en el Antiguo Testamento hay muchos ejemplos de gente a la que Dios bendijo con posesiones materiales. Abraham, Job, David, Salomón, Jacob son algunos ejemplos de gente que sin duda eran dueños de mucha riqueza material, la cual provino de Dios.
Por lo tanto, podemos decir de lo anterior que la práctica descrita en Hechos 2 y 4, claramente no es un mandamiento bíblico o algo que alguien tiene que hacer cuando se hace cristiano. Mas bien, era un acto voluntario que hacían los miembros de la iglesia de Jerusalén. Dios honra la posesión de propiedades; no tenemos porqué sentirnos condenados por no haber vendido nuestras casas o tierras y haberlas puesto en un fondo común. El pasaje anterior, sin embargo, sí expresa un mensaje que va más allá de la Jerusalén de aquel tiempo. Dios efectivamente tiene un propósito al poner esas pasajes ahí y yo creo que un de esos propósitos es demostrarnos una correcta apreciación de los bienes materiales. Ciertamente no es pecado poseer bienes o incluso ser rico, porque tendríamos que borrar a todos los personajes ricos de la Biblia, y si lo hiciéramos, borraríamos a bastantes! Dios bendice también en el área financiera. Como dijo en Malaquías 3:10-12 hablando sobre el diezmo:
Malaquías 3:10-12
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.”
También en el Salmo 112:1-3 dice:
“Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.”
Por lo tanto, no es malo que alguien tenga bienes materiales. Volviendo a Hechos, sin embargo, lo que sí quiere decir es que debemos tener la actitud correcta ante las posesiones. ¿Cuál es esa actitud? La de reconocer que todo le pertenece a Dios, que Él es el proveedor y todo es suyo. Como Job, el hombre mas rico de su tiempo, dijo cuando perdió todo repentinamente:
Job 1:21
“y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”
Significa el reconocer que todo le pertenece a Dios y que no somos mas que administradores para Él. Así como la “Living Application Study Bible” comenta en Hechos 4:32:
“Ninguno de esas cristianos [los que vimos en Hechos 4:32] sentía que lo que tenían era suyo, y por eso podían darlo y compartirlo, eliminando la pobreza entre ellos. No hubieran dejado a un hermano o hermana sufrir mientras que otros tenían en abundancia. ¿Cómo te sientes tu en cuanto a tus posesiones? Deberíamos adoptar la actitud de que todo lo que tenemos proviene de Dios y solo compartimos lo que ya es de Él”
También 1 de Juan pregunta:
1 de Juan 3:17
“Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”
y como en Santiago se repite:
Santiago 2:15-16
“Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario,16 y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?” (Nueva versión internacional)
No podemos decir que el amor de Dios mora en nosotros cuando nuestro hermano o hermana próximo a nosotros carecen del alimento diario y podemos ayudarle y sin embargo cerramos nuestras entrañas a la compasión por ellos. La Palabra de Dios es clara: estamos para satisfacer las necesidades de los otros, para ayudarnos unos a otros. Jesucristo mismo tenía algo para los pobres! Ayudando unos a otros, preocuparse por las necesidades de unos por los otros es una de las características principales de ser una familia. Yo no se nada sobre tu familia, pero en mi familia sé que nunca vamos a sufrir el que alguno tenga necesidad y que otro no le pueda ayudar. Estamos juntos unos con los otros. Lo mismo tiene que pasar con la familia espiritual también. Somos hermanos y hermanas, por lo tanto, NUNCA DEBEMOS NEGARNOS A LA MISERICORDIA UNOS PARA CON LOS OTROS. Santiago usa lo que leemos a continuación como un ejemplo de fe sin obras:
Santiago 2:17
“Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.”
Decirle a alguien Dios te bendiga no ayuda mucho si no estamos dispuestos a ayudar, incluso si lo podemos hacer.
2. ¿Deberíamos ayudar sin reserva alguna?
Habiendo leído todo lo anterior, ¿acaso significa que estamos para ayudar a cualquiera sin tener reserva alguna? ¿Significa que estamos para detectar toda necesidad que este frente a nosotros? Yo creo que no. Proverbios 3:27 dice:
Proverbios 3:27
“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, Cuando tuvieres poder para hacerlo.”
Sin duda hay un mandamiento para “no negarse a hacer el bien”. Este es un mandamiento de Dios, y es el mismo mandamiento que vimos en Santiago y Juan. Estamos para hacer el bien en todo momento. Estamos para compartir nuestros recursos limitados con otros que tengan necesidad. Pero el verso continua agregando dos reservas:
i) a quien es debido
ii) cuando tuvieres poder para hacerlo
Esta primera calificación significa que no a todos los que veas en necesidad verdaderamente necesitan ayuda. 2 de Tesalonicenses 3:6-15 da un ejemplo de un caso como ese:
2 Tesalonicenses 3:6-15
“Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de nosotros. Ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Nosotros no vivimos como ociosos entre ustedes, ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes. Y lo hicimos así, no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo. Porque incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. Nos hemos enterado de que entre ustedes hay algunos que andan de vagos, sin trabajar en nada, y que sólo se ocupan de lo que no les importa. A tales personas les ordenamos y exhortamos en el Señor Jesucristo que tranquilamente se pongan a trabajar para ganarse la vida. Ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien. Si alguno no obedece las instrucciones que les damos en esta carta, denúncienlo públicamente y no se relacionen con él, para que se avergüence. Sin embargo, no lo tengan por enemigo, sino amonéstenlo como a hermano.” (Nueva versión internacional)
En la iglesia de Tesalónica, había algunos hermanos que no querían trabajar. Eran flojos, y la pereza trae pobreza (Proverbios 10:4, 24:33-34). La Palabra de Dios no considera a estas personas como aquellos “a quien es debido”. Si no que pone bastante en claro: si no quiere trabajar, entonces que no coma. La iglesia no debe apoyar, sino mas bien alejarse de esos hermanos para que ellos se avergüencen y empiecen un cambio. El mismo Pablo nunca pidió apoyo cuando estaba ahí sino que trabajaba muy duro para no ser una carga para nadie. La Palabra de Dios es clara: si una persona es pobre y su pobreza se debe a la flojera entonces no es una persona a la que se debe ayudar. La solución a su pobreza no es apoyo, sino trabajo. Puede que suene muy duro pero es lo que dice la Palabra de Dios en Proverbios 16:26: “Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula.” En este caso la pobreza no es algo malo sino un estimulante que puede ayudar al flojo a dejar su ociosidad.
También otra reserva es “cuando tuvieres poder para hacerlo”. Esto a su vez da a entender que uno no puede cubrirlo todo. Hay cosas que puede que veas, necesidades que puedes sentir y aun así no está en tus manos el cubrirlas. Esta misma reserva esta presente en el verso de Juan que leímos anteriormente: “Pero el que tiene bienes de este mundo”. Como Bill Hybels dice en cuanto a este punto1:
“el libro de Proverbios dice que no nos condenemos o que caigamos en desesperación porque creemos que le estamos fallando a un mundo en necesidad. En esos momentos debemos decir tierna pero firmemente, “no está en mi poder hacerlo”. Luego necesitamos confiar en que Dios asignará esa tarea en particular a alguien mas.”
Continuando, vemos que aparte de las reservas anteriores, hay también otras prioridades que Dios mismo ha establecido. Una de esas prioridades viene en 1 de Timoteo 5:8:
1 de Timoteo 5:8
“porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.”
Lo que este versículo nos dice que la prioridad no. 1 la tienen los de nuestra propia casa. Tenemos la responsabilidad de proveer para ellos primeramente. Como en Proverbios 6:1-5 dice:
Proverbios 6:1-5
“Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, Si has empeñado tu palabra a un extraño, Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, Ya que has caído en la mano de tu prójimo; Ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. No des sueño a tus ojos, Ni a tus párpados adormecimiento; Escápate como gacela de la mano del cazador, Y como ave de la mano del que arma lazos.”
Como la “Life Application Bible” comenta sobre el pasaje anterior:
“Estos versos no son un ruego en contra de la generosidad, sino en contra del extender excesivamente los recursos financieros propios y del actuar de manera irresponsable la cual puede llevar a la pobreza. Es importante mantener un equilibrio entre la generosidad y la buena administración. Dios quiere que ayudemos a nuestros amigos y a los necesitados, pero no promete cubrir los costos de cada compromiso negligente que hagamos. Es igualmente importante actuar responsablemente para que de ese modo nuestra propia familia no sufra”
Resumiendo lo que hemos visto hasta ahora:
Dios quiere que veamos nuestras posesiones como algo que le pertenecen a Él. Él es libre de hacer con ello lo que quiera. Dios nos llama a ser abiertos, a no negar nuestra compasión a aquellos entre nosotros que padecen necesidad. El mandamiento de hacer el bien viene con algunas calificaciones:
i) hacer el bien a quien es debido
ii) si esta en tus manos.
Finalmente, las obligaciones con la familia son prioridad por sobre otras obligaciones. No se espera de nosotros el ayudar a otros cuando nuestra familia está en necesidad, pero sí cuando esas necesidades hayan sido cubiertas.
3. Posesiones: Peligros
Creo que pocos temas son mas complicados que el tema de las posesiones2. Me parece que este tema necesita tener un muy buen equilibrio. La Biblia es clara en que Dios bendice a Sus hijos con bienes materiales. También esta claro que Él quiere que seamos buenos administradores de todo lo que nos ha dado incluyendo las posesiones. Después de todo, Él es quien nos las ha proveído, le pertenecen a Él. Por otro lado, la Palabra de Dios nos advierte mucho sobre los peligros que vienen por el amar las posesiones. Veamos cómo ve Pablo este asunto, hablando en revelación:
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.”
No trajimos nada a este mundo y obviamente no nos podemos levar nada. Comida y techo es en realidad todo lo que necesitamos, materialmente hablando. ¿Tienes alimento y techo? Millones de gente en este mundo en el que tu y yo vivimos, bajo este mismo cielo, no lo tienen. Tiene hambre y no tienen hogar. Seamos felices con alimento y techo. Dios da bendiciones materiales, ya vimos varios ejemplos en la Biblia, pero es ÉL quien las da, no nosotros los que las deseamos! Si TU deseas ser rico entonces ya estas en tentación. Y como dice Santiago sobre la tentación:
Santiago 1:13-15
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”
Si te seduce el ser rico, está claro: te estas dirigiendo hacia el pecado. El desear convertirse en rico es un deseo pecaminoso que traerá fruto de muerte a su tiempo. NO es en sí la riqueza el problema, es el deseo de ser rico. ¿Quieres ser más y más rico? ¿Ese es tu deseo? Si sí, entonces estas en un error que necesitas cambiar inmediatamente. Job era el hombre mas rico del oriente en su tiempo, pero no amaba la riqueza, aquí está el registro:
Job 31:19-28
“Si he dejado que alguien muera por falta de vestido, o que un necesitado no tenga qué ponerse; si éste no me ha bendecido de corazón por haberlo abrigado con lana de mis rebaños; o si he levantado contra el huérfano mi mano por contar con influencias en los tribunales, ¡que los brazos se me caigan de los hombros! ¡que se me zafen de sus articulaciones! Siempre he sido temeroso del castigo de Dios; ¡ante su majestad no podría resistir! ¿Acaso he puesto en el oro mi confianza, o le he dicho al oro puro: «En ti confío» ? ¿Me he ufanado de mi gran fortuna, de las riquezas amasadas con mis manos? ¿He admirado acaso el esplendor del sol o el avance esplendoroso de la luna, como para rendirles culto en lo secreto y enviarles un beso con la mano? ¡También este pecado tendría que ser juzgado, pues habría yo traicionado al Dios de las alturas!”
Job era el hombre mas rico del oriente pero la riqueza ¡no era su alegría! No puso su confianza en la riqueza. Y me parece que ese es el tema principal: ¿dónde está nuestra confianza? La confianza de Job estaba en Dios, la seguridad de Job no estaba en su cuenta bancaria o en las propiedades, sino en Dios; no en el oro, sino en el Señor. Es por eso que reaccionó de la manera en que lo hizo cuando perdió todo: “Dios dio, Dios quitó”, dijo. Job, en este ámbito también no era mas que un administrador de Dios. Eso no significa que estaba de flojo en su negocio. Tenía empleados trabajando para él, tenia un negocio grande, el más grande de aquella época, y aun así mira su actitud. No lo conmovía la riqueza. NO era su objetivo, estoy seguro que le iba muy bien en su negocio y no por sus métodos astutos sino porque Dios lo bendijo. Pero para Job todo provenía de Dios y todo le pertenecía a Él. No se hubiera perdonado a sí mismo el regocijarse por sus posesiones o por el poner su confianza en el dinero. Podemos saber qué tan lejos estamos de ese nivel tan solo observando nuestro comportamiento. ¿Qué pasa cuando la riqueza empieza a abundar? ¿Cómo reaccionamos? ¿Nos regocijamos en los bienes materiales? ¿La prosperidad financiera, o sea el ser rico, es una de nuestras metas? Dios da bendiciones materiales, pero ¿porqué nos concretamos a ellas? ¿porqué deseamos ser ricos? SEAMOS FELICES con alimento y vestido, dice la Palabra. La bendición no es nuestro enfoque sino DIOS. Nuestra seguridad no es la cuenta bancaria, sino el Señor, nuestra confianza no está en el oro, sino en CRISTO!
Un ejemplo contrario, un ejemplo de un hombre que puso su confianza en el dinero, lo encontramos en Lucas 12:12-21 que dice:
Lucas 12:13-21
“Uno de entre la multitud le pidió: Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo. Hombre —replicó Jesús—, ¿quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes? ¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes. Entonces les contó esta parábola: El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: «¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha.» Por fin dijo: «Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.» Pero Dios le dijo: «¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?» Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.”
Los dos hombres de la parábola y Job eran hombres ricos. Pero eso es lo único que tienen en común. Mientras que Job no dependía de sus riquezas y el oro no era su confianza, este hombre de los versos anteriores es todo lo contrario, es la imagen del típico rico mundano. Desafortunadamente muchos de nosotros hemos crecido con estándares mundanos de éxito, y esos estándares más que nada, miden el éxito con la cantidad que se tiene. Un trabajo se considera bueno si te da mucho y un mal trabajo si no te da. Ni siquiera nos acordamos de estar felices por tener qué comer y un techo sobre la cabeza. Entonces este hombre era “exitoso”. La tierra le dio tanto que no sabía ni donde almacenarlo todo. Entonces decidió lo siguiente: «Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.» La abundancia no era lo malo, la tierra le dio mucho, se hizo rico, en sí eso no era el problema. El problema es lo que decidió y cómo enfrentó todo el asunto. El reto es el mismo para nosotros: ¿qué hacemos con la riqueza? Ahora, puede que digas “hermano, ¡si apenas gano lo suficiente para vivir”!… este pasaje es irrelevante para mi. ¡Alaba al Señor por tener para vivir! Se feliz con eso. Yo creo que esta parábola no es solo para los ricos. Este hombre despertó un día teniendo mucho; si la riqueza te alcanza, como a este hombre o a Job, puede ser una trampa o una tentación. Entonces el problema con este hombre no era que era rico, sino su reacción ante ello; al hablar siempre empieza con “Yo” y “mi”. ¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Dónde está la acción de gracias? ¿Dónde está el reconocimiento de que Él es el dueño de todo y que nosotros no somos mas que administradores que no deben de atarse a lo que Él nos ha a confiado. Todo le pertenece a Él. Entonces el falló al no reconocer al proveedor de la buena cosecha, cometió el error de no dar la gloria al dueño de todo y consideró todo como pertenencias propias, esa fue su primer insensatez. Otras le siguieron también: “derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.» Planes, planes y más planes, pero ¿con qué fin? No ayudar al pobre o al reino de Dios ni si quiera ayudar a su familia o amigos. Todos los planes eran solo para él. “Y diré: Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza de la vida.» Todo ese bienestar estaba basado en riqueza, se regocijó grandemente en eso, pensó: “relájate, ya tienes bastantes cosas buenas, descansa, come, bebe y goza de la vida.” Ese es el objetivo de mucha gente: “¡… come, bebe, goza la vida, no tengas problemas!” Haz mucho dinero para que ahora o después tengas para comer, beber y gozar la vida. Regresando al hombre del ejemplo anterior, una necedad mas que cometió fue que estaba haciendo planes como ¡si fuera a vivir para siempre aquí en la tierra! Pero en medio de esos planes egoístas Dios le habló diciendo: “»¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado? Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios.” En otras palabras, hizo lo totalmente opuesto a lo que Job hizo: el oro se volvió su seguridad. Como Jesús dijo: “Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.” La vida de un hombre no consiste en lo que tiene. Y es esto precisamente lo que vemos en el ejemplo del hombre rico: el día de sus planes egoístas para una vida feliz en riqueza se convirtieron en dolor y muerte.
Volviendo a “planear”, el planear en sí mismo no es malo sino el planear egoístamente como lo hizo este hombre. Como Santiago dijo en Santiago 4:13-16
Santiago 4:13-16
“Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;”
Aquí, Santiago no condena el planear, sino los planes basados en el “Yo”, solo Dios sabe el futuro. Nosotros no sabemos nada, ni siquiera lo que sucederá el próximo segundo, puede no que sigamos vivos la próxima hora. ¿Quién lo sabe? ¿Tú lo sabes? Solo Dios. La planeación del hombre rico y de los hombres de los versículos de Santiago no eran mas que vanagloria de sí mismos. “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Esa es la manera correcta de planear y pensar en el futuro. Es correcto hacer planes, es correcto el hacer lo mejor posible con cualquier cosa que Dios haya puesto en nuestras manos. El error es confiar en lo que Dios ha puesto en nuestras manos, confiar en la riqueza en lugar de confiar en Él. Sin duda eso te llevará a destrucción.
Proverbios 11:28
“El que confía en sus riquezas caerá”
Salmo 1:1-2
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.”
La felicidad no es cuestión de qué tan cuantiosas sean tus posesiones, sino de qué tan cerca estas de Dios. Si confías en la riqueza caerás, pero si te regocijas en la Palabra de Dios serás bienaventurado (feliz).
Fuente: JBA
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