Huir y resistir al pecado

Me temo que muchos “cristianos” de hoy que se rinden a la seducción de la tentación, es porque no han entendido que no fuimos llamados a tener autocontrol o pensar que ahora somos lo suficientemente fuertes para no caer. Al contrario, una de las maneras de no ceder a la tentación es huir del ambiente, de las personas o de los lugares que se prestan para pecar. Por ejemplo, bíblicamente el pecado se encuentra en la embriaguez, pero usted no llega a la borrachera a menos que comience a ingerir bebidas alcohólicas, otro ejemplo es el pecado de la fornicación (acto sexual entre dos personas que no están casadas entre sí) pero una pareja de novios no aparece milagrosamente en un hotel, esto es atraído fácilmente cuando ambos buscan un espacio para compartir, donde estén solos y donde nadie les pueda ver, pero ¿qué dice la escritura?

Proverbios 22:3 El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.

1 Corintios 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 

1 Corintios 10:14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.

2 Timoteo 2:22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.

En todos los pasajes vemos que el hombre es quien debe huir de las cosas que no le convienen, porque son situaciones en las que su decisión puede librarlos de caer en pecado y ofender la santidad de Dios. El prudente es el que se anticipa al peligro y toma precauciones, por tanto esta debería ser la actitud de todo verdadero cristiano que cada día anhela agradar a Dios y en alcanzar su entera santificación, porque el deseo humano, juntamente con las decisiones que tomamos, pueden conducir al pecado. Santiago 1:14 dice “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”. Hay una frase muy común que dice que la mejor pelea es la que se evita, de igual forma nosotros tenemos victoria cuando no entramos en el terreno de la tentación. La Biblia no enseña que las atracciones desaparecerán ni dejarían de presentarse porque ahora estamos en el camino de la piedad, por eso es necesario velad y orad para no entrar en tentación, cuando somos constantes en alimentarnos con la Palabra de Dios, cuando diariamente apartamos tiempo para orar, cuando no dejamos de congregarnos, somos más vigilantes en todas las cosas que se nos presentan y podremos discernir fácilmente cuando es necesario huir

La otra defensa del creyente es resistir, pero es importante mencionar en qué sentido la Biblia plantea la resistencia, no se trata de entrar en el terreno del enemigo y mantenernos a la defensiva, tampoco de usar palabras dirigidas a satanás y sus demonios, sino en permanecer firmes en la fe, es decir, no dejar de vivir conforme a la verdad de la Palabra de Dios. 1 Pedro 5:8 dice: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”. Los hijos de Dios están seguros que el maligno no les toca (1 Juan 5:18) a menos que exista un permiso de Dios para que satanás someta a pruebas al cristiano (Job 1:6-12; 2:3-7), pero no debemos olvidar que nuestro enemigo malicioso se mantiene activo y busca acosar al creyente con tentación, persecución y desánimo con el fin de arrastrar al cristiano, sacarlo de la comunión con Cristo y de su servicio a Dios. La Biblia enseña a que no ignoremos sus maquinaciones o asechanzas, ni que gane ventaja (2 Corintios 2:11; Efesios 6:11, 12)

1 Pedro 5:9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

A medida que el cristiano conoce la sana doctrina y obedece la verdad de Dios, aumenta su capacidad para resistir al maligno. Cuando entendemos en su gran concepto el señorío de Jesucristo sobre nosotros, no tendremos problemas en resistir al diablo quien sabe que es un enemigo derrotado y no tendrá otra opción más que huir (Santiago 4:7). La única arma ofensiva que tiene el creyente es la Palabra de Dios (Efesios 6:17) porque es la única con la que podemos derrotar las mentiras del diablo, nuestra batalla se basa en confrontar el error con la verdad (Juan 17:17; Hebreos 4:12), no en andar atacando, amarrando, atando, ni en encarcelando a satanás y a sus demonios, estas enseñanzas no son bíblicas (Judas 9)

Debido al éxito satánico de la primera tentación del hombre, el diablo ahora dispone del mundo y de la carne como aliados constantes, además de la ayuda de huestes de demonios. Entre otros métodos se vale de los siguientes:

  • Siembra dudas e ideas equivocadas en cuanto a Dios y su obra (Génesis 3:1–5; Mateo 4:3, 7);
  • Procura inducir al hombre al orgullo y a la confianza en sí mismo (1 Crónicas 21:1; Efesios 4:27; Gálatas 6:1).
  • Intenta convertir los deseos naturales del cuerpo y de la mente humanos en concupiscencia y desvaríos (1 Juan 2:14–17; 1 Corintios 7:5).

La tentación no se debe confundir con el pecado, pues la sugerencia del mal no se convierte en pecado si no se acepta. En la tentación de Cristo, su cabal humanidad le permitió apreciar toda la fuerza de los embates del maligno, que pusieron a prueba la perfección de su persona, pero no pecó (Hebreos 4.15).

“SI DIOS PERMITE LA PRUEBA, EL CREYENTE NO CAERÁ SI SE VALE DE LOS RECURSOS DEL DIOS FIEL, RECORDEMOS QUE CUANDO SOMOS TENTADOS, ÉL NOS MOSTRARÁ UNA SALIDA PARA QUE PODAMOS RESISTIR” 

1 Corintios 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar

Fuente: Que Dice la Escritura

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