La felicidad de la vida cristiana

«La mayoría de las personas son tan felices como deciden ser». 
Abraham Lincoln

¿Eres feliz? ¿Verdaderamente feliz? ¿Has encontrado la alegría que se encuentra en la vida cristiana? El cristianismo contiene las claves de la verdadera felicidad durante nuestra existencia terrenal.

«Gozaos en el Señor siempre: otra vez digo: Que os gocéis. Vuestra modestia sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.» (Filipenses 4: 4-5).

La felicidad de la vida cristiana

La felicidad de la vida cristiana

Debido a la confianza profunda y permanente en Dios, el cristiano puede ser verdaderamente feliz en la vida, incluso cuando enfrenta problemas, contratiempos y desajustes.

Aquellos que viven con fe firme en Dios tiene una fuente de fortaleza y deleite que los que están fuera de Cristo tienen dificultades para comprender.

Salomón escribió: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.». (Proverbios 16:20, 3: 5-6).

Debemos aprender a dejar ir. Disfrutamos de tener el control. Y si bien debemos asumir la responsabilidad personal de nuestras acciones, debemos llevarnos al punto hacia donde nos movemos con total fe de que Dios guiará y dirigirá nuestras vidas.

Él nos respaldará y nos ayudará a negociar los giros difíciles que la vida puede traer. Él hará que nuestras necesidades se satisfagan, pase lo que pase. Confíe en Dios, porque esta confianza está directamente relacionada con la felicidad genuina. Esto nos lleva a plantearnos: ¿cuánto confiamos en Dios?

La verdadera felicidad se encuentra en la vida justa. No estamos hablando de la exaltación de justicia propia, sino de una vida limpia que contribuye a la alegría y la satisfacción profundamente arraigadas.

«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.» (Filipenses 4: 8).

No queremos tener nada que ver con un comportamiento que nos pueda encadenar con culpa y pesar porque hemos probado el dulce fruto de la justicia.

Pablo escribió: «Porque la gracia de Dios que trae salvación á todos los hombres, se manifestó. Enseñándonos que, renunciando á la impiedad y á los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, y justa, y píamente.» (Tito 2: 11-12).

La verdadera felicidad también se encuentra en adorar a Dios. La adoración es para la gloria de Dios y para la felicidad del hombre.

El salmista dijo: «Venid, celebremos alegremente a Jehová: Cantemos con júbilo á la roca de nuestra salud. Lleguemos ante su acatamiento con alabanza; Aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios grande; Y Rey grande sobre todos los dioses.» (Salmo 95: 1-3).

Mientras cantas himnos, piensa en quién es Dios, cuán maravilloso y poderoso es Él, y cuán merecedor es de nuestra alabanza. ¡Nosotros, como la creación de Dios, hemos sido creados para adorar! ¡El pasto no siempre es más verde al otro lado de la cerca! Podemos preocuparnos y quejarnos más de lo que queremos admitir.

Conclusión

Por todo lo aquí expuesto, podemos decir que el cristiano es el más afortunado de los seres humanos. En primer lugar, el verdadero cristiano tiene tal confianza en Dios que sabe que su vida está siguiendo el camino determinado por el Altísimo. En segundo lugar, se abstiene del pecado, llevando una vida justa. Y por último, es feliz porque al adorar a Dios siente su virtud y su Espíritu Santo. Estas son las maravillas de la felicidad de la vida cristiana.

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