“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Santiago 1: 5-8.
La duda excluye a Dios
Aún las más mínima duda hace que una persona esté inestable, y que la oscuridad venga y se filtre en su vida. El príncipe de la oscuridad reina en la oscuridad y él gobierna duramente sobre su pueblo. Hemos visto suficiente acerca de lo que la duda, incredulidad, preocupación y desánimo pueden causar y cómo se encuentra lejos de lo que en realidad significa ser feliz. “¿Quién soportará al ánimo angustiado?” está escrito en Proverbios 18: 14. “Más el espíritu triste seca los huesos.” Proverbios 17:22. Cuando dudamos y somos incrédulos alejamos a Dios de nuestras vidas y la carga la tomamos nosotros mismos. El resultado será que cada vez se volverá todo más pesado y más oscuro. Andamos de un lado a otro por causa de nuestros sentimientos y opiniones engañosas. No podemos recibir nada de Dios si dudamos.
Ora en fe
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6.
Cuando tenemos a Dios delante de nosotros, tenemos que creer en lo que Él es y en aquello que nos dará por nuestras oraciones. Debemos tener fe que Dios nos ve y que Él está lleno de amor, cuidado y bondad. Él sabe y conoce todas nuestras dificultades y convierte todo en algo bueno, nosotros solo debemos amarlo y creer en Él. Dios ha contado todos nuestros cabellos, y tiene cuidado para que ninguna tentación o prueba sea mayor a lo que podemos resistir. (1 Corintios 10:13)
Si oramos por el Espíritu Santo, recibiremos el Espíritu Santo. Si oramos por sabiduría, recibiremos sabiduría. No debemos dudar del poder y de la bondad de Dios. Aún la más pequeña chispa de fe enciende la luz de esperanza en nuestros corazones y expulsa la oscuridad. Cuando entramos a la luz, reina el Príncipe de la luz y Él tiene cuidado de su pueblo. Él alumbra cada vez más nuestro camino. Su yugo es simple y la carga liviana.
Cree sin dudar
Dudar es terrible. La sabiduría no tiene dudas; es sin hipocresía, está llena de misericordia y de buenos frutos. Enciende y abre nuestros ojos haciendo nuestros pasos más firmes.
Judas escribe: “A algunos que dudan, convencedlos.” Judas 1:22. Es una pena dudar del amor y la bondad, porque Jesús dió Su vida por nosotros.
Cuando Pedro vio la tormenta se asustó y empezó a hundirse. “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”, dijo Jesús. Mateo 14:30-31. Cuando la tormenta llega a nuestras vidas, nuestra fe es probada y esta fe probada es valiosa para Dios. Nos hundimos a causa de la incredulidad, pero la fe nos mantiene arriba. (1 Pedro 1: 5 – 7).
Fuente: Cristianismo Activo
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