Los compromisos con Dios

Haciendo compromisos con Dios

Los creyentes debemos hacer un verdadero compromiso con el Señor. No se trata solamente de leer la palabra, se trata de cumplir la voluntad del Señor, de llevar el mensaje de salvación a toda criatura, de rescatar las almas perdidas y proclamar las buenas nuevas a todas las naciones.

Muchas veces no le amamos porque no le conocemos y no tenemos ese interés de leer la Biblia, pero al leer su palabra deberíamos estar completamente enamorados o enamorarnos durante ese trayecto, aprendiendo lo que él hace y ha hecho por nosotros.

En la actualidad nos encontramos sumergidos en la rutina, y hacemos compromisos en el trabajo, con personas, en los estudios. Pero se nos olvida hacer verdaderos compromisos con Dios, quien es el que nos provee de todo lo que necesitamos.

En qué momento comienza nuestro compromiso con Dios

El compromiso que tenemos con Dios comienza cuando confesamos con nuestra boca que Jesucristo es nuestro único y verdadero Salvador:  “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios: 1:13)

De esta manera, que en el momento en que recibimos Y aceptamos a Jesucristo como nuestro único y verdadero salvador, estamos recibiendo su Santo Espíritu, el cual se manifiesta en cada aspecto de nuestra vida. Por lo cual desde ese momento debemos comprometernos de corazón con Dios, y hacer su voluntad.

En la medida en que le servimos a Dios, estaremos obteniendo bendiciones sobreabundantes. Pero muchos creyentes quieren servir al Señor desde su propio punto de vista, y quieren tener muchos discípulos que le sigan.

Sin embargo, no están dispuestos a pagar el precio ni a dedicarle su tiempo a Dios. Para obtener resultados debemos hacer un compromiso real. No pueden caer las cosas del cielo, tenemos que esforzarnos y buscar cada día más de él.

En la biblia podemos encontrar grandes personajes bíblicos que tuvieron un compromiso real con el Señor, tales como Abraham, Moisés, Pablo, David, entre otros. En ellos podemos ver la relación íntima que lograron construir con Dios, quien los dirigía en cada una de sus decisiones. Estos hombres tuvieron que pasar por momentos difíciles, debían pagar el precio. Pero Dios nunca los desamparó.

Cuál es el principal compromiso que tenemos con Dios

El compromiso que tenemos con Dios es personal, ya que cuando aceptamos a Cristo de corazón, el Espíritu Santo comienza a obrar en nuestra vida. Por esta razón es importante mantener una relación estrecha con el Señor y hacer un verdadero compromiso, el cual consiste en:

1.- Dar a conocer su palabra

Como hijos de Dios, nuestro principal compromiso delante de él es predicar la palabra a toda criatura, proclamar las buenas nuevas, ser testigos de las maravillas que el Señor hace con su pueblo, tal como lo demanda su palabra:

“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8)

Esta cita es una muestra del propósito de él en nuestra vida, ya que quiere que seamos testigos de su poder en todas las naciones, y proclamemos el mensaje de salvación.

2.- Confesar su nombre

Para hacer un compromiso genuino, debemos confesar con nuestra boca que Jesucristo es el Señor. Debemos reconocerlo como nuestro único y verdadero Dios delante de los hombres, para hallar gracia delante de sus ojos. Tal como lo demanda la palabra:

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12:8-9)

3.- Dar buen testimonio

Como creyentes debemos ante todo, dar buen testimonio en todos los ámbitos de nuestra vida, no solo cuando estemos en la iglesia, sino en todo momento, en nuestra casa, con nuestra familia, en el trabajo, centro de estudio, con nuestras amistades. Tal como nos exhorta la palabra:

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24)

Cómo se renueva el compromiso con Dios

Anteriormente se practicaba la circuncisión como una muestra de pureza y compromiso con Dios. Simbolizaba una marca imborrable de la pureza que se espera en el pueblo de Israel.

En la actualidad, ya no es común esta práctica porque ya no hay circuncisión de la carne sino que ahora es la circuncisión del corazón: “sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos 2:29)

Esta circuncisión del corazón corresponde al pensamiento y a la emoción. Hace referencia a la parte interna de la persona, donde debemos realizar un compromiso real ante Dios para dejar atrás los deseos carnales, tal como lo expresa la palabra:

 “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22)

En este sentido debemos reflexionar en torno a la renovación de nuestro compromiso y relación con Dios, porque a pesar de que somos hijos del Señor, tenemos una vida nueva en Cristo, nos hemos bautizado y nos hemos arrepentido, todavía tenemos cosas de este mundo que debemos eliminar de nuestra vida, haciendo un nuevo compromiso con Dios, renovando nuestro pacto con él, Para así dejar atrás por completo todo lo que nos ata a este mundo.

De esta manera es necesario que nos limpiemos de toda inmundicia, renovemos el compromiso con Dios y comencemos a andar en los caminos del Señor rectamente, ya que si no limpiamos nuestras vestiduras, no podremos alcanzar el reino de los cielos, tal como lo señala la palabra:

“Pedro le contestó: ¡Jamás me lavarás los pies! Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo” (Juan 13:8)

En este sentido, debemos ser renovados por completos y dejar nuestra vida pasada y dejar las cosas terrenales a un lado. De igual forma debemos servir al Señor y para hacerlo debemos servir a nuestro prójimo para poder agradarle.

Así como lo hizo Jesús cuando vino a este mundo, donde Jesús, siendo el mismo Dios, se agachó para lavar los pies de sus discípulos. Jesucristo vino a servir y a dar el ejemplo de lo que debemos hacer.

De qué forma Dios nos llama para que hagamos un compromiso real

Para responder esta interrogante e indagar en el tema debemos revisar las Sagradas Escrituras, en las que Josué les resalta al pueblo el hecho de estar disfrutando sin habérselo ganado con el trabajo y comiendo de lo que no se habían esforzado, y viviendo en el lugar donde no habían edificado, pero el proceso de conquista y sustento seguía. Tal como se puede apreciar en el siguiente pasaje bíblico:

“Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis. Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová” (Josué: 24:13-14)

Josué era un hombre de fe y comprometido con el Señor. Sin embargo, quería que su pueblo tuviera esa misma disposición y pudiera servirle solo a él, dejando de idolatrar a otros dioses y hacer la voluntad de Dios.

En este sentido, Josué, ya estaba listo para pasar a la presencia de Dios, pero quería percatarse del compromiso real del corazón de su pueblo. En la actualidad, de la misma manera que al igual que Josué la iglesia, el pueblo de Cristo,  está en los tiempos, en los cuales, seremos arrebatados. Pero nuestras vestiduras deben estar sin manchas ni arrugas.

En el libro de Mateo 24 Jesucristo les habló a sus discípulos sobre los tiempos finales y les dijo que sería como en el tiempo de Noé, y en la actualidad, estamos viviendo, tiempos semejantes en los que las personas no quieren comprometerse con Dios.

“Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24: 10-13)

Esta cita es clara, nos habla del compromiso que debemos establecer con Dios para alcanzar la salvación, ya que si perseveramos en sus caminos que son rectos, podremos entrar al reino de los cielos, venciendo al enemigo.

Pero si por el contrario, dejamos que el enemigo tome parte en nuestra vida, nuestro corazón puede enfriarse y podemos caer en falsas doctrinas que nos engañarán si no hacemos la voluntad de Dios.

En este sentido para hacer un compromiso verdadero con el Señor debemos ofrecerle una vida en santidad y disposición de servicio. De esta manera Dios nos garantiza una vida llena de victorias y frutos.

Sin embargo, las adversidades siempre van a existir pero el Señor no nos dejará en esos momentos difíciles. Nos reconfortará en todo momento para sobrellevar las cargas de la vida, pero debemos confiar  en él y en su obra.

Por otro lado uno de los principios que debemos considerar es el temor a Dios, ya que todo lo que hagamos debe ser para cumplir su voluntad, la cual está escrita en su palabra.

En la actualidad podemos observar que muchas personas, incluso creyentes toman decisiones sin consultar con Dios, y por eso podemos ver tantos fracasos, separaciones, despidos, entre otros.

Pero si por el contrario, consultamos con él, mantenemos una relación estrecha, leemos la palabra, oramos, ayunamos, lo adoramos y alabamos de corazón, él obrará en cada aspecto de nuestra vida, bien sea en el trabajo, en nuestro hogar, en nuestras relaciones de amistades, entre otras.

Cómo reconocemos nuestro compromiso real con Dios

Cuando estamos verdaderamente comprometidos con el Señor, le tememos, lo respetamos, exaltamos, adoramos y le damos solo a él toda la gloria y la honra. No hacemos absolutamente nada sin antes consultarlo con el Señor, no nos vanagloriamos de las maravillas que él hace porque sabemos que toda la honra es para él.

Reconocemos su majestad y sabemos que sin él, no podemos hacer nada, tenemos la certeza de que nuestra vida le pertenece y que él tiene el control de todas las cosas. Por lo cual en medio de las adversidades, tenemos paz, la paz que solo Dios puede ofrecer, la paz que sobrepasa toda razón humana. Esa paz interior que nos hace reposar en su presencia.

Jesucristo cuando vino a esta tierra nos mostró lo que es un verdadero compromiso con Dios, donde debemos perder nuestra propia vida para ganar el reino de los cielos. No se trata de que debemos abandonar a nuestra familia, sino se trata de hacer la voluntad del Padre Celestial.

Cada creyente tiene un propósito, el cual debe seguir para alcanzar la salvación y obtener victorias y bendiciones. Cada propósito es personal y depende de la relación que cada persona tenga con el Señor. Al respecto Jesucristo nos exhorta de la siguiente manera:

“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62)

En esta cita, Jesucristo nos recuerda que tenemos un compromiso con Dios, y no podemos seguirlo, si no dejamos la vida pasada atrás, si no desechamos los deseos de la carne. Esto no es del todo fácil pero cuando aceptas el Señor Jesús como tu único y verdadero salvador, el Espíritu Santo te ungirá y te ayudará en todo momento si lo buscas de corazón.

Fuente: Todo en Dios

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