Qué pedirle a Dios

Es indudable el poder de la oración cuando lo dirigimos correctamente a Dios, la oración es una conexión eficaz con Él, pero en ocasiones sentimos que no nos escucha, que no nos comprende, que no tenemos derecho a pedir tal o cual petición.

La respuesta a esto último está en que no estamos orando de la manera adecuada, su Poderosa Palabra lo menciona y nos alienta a pedirle a Él.

Juan 16:24

Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.

Jesús y la oración

Una de las oraciones más importantes que el mismo Señor Jesús nos enseñó es la siguiente:

Mateo 6:9-13

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Escudriñemos esta poderosa oración que de tanto repetirla se nos ha vuelto algo rutinario, ahí está el problema, que nos hemos memorizado estas palabras, pero no entendemos lo que dice, que la decimos una y otra vez, pero solo como un rito y no la aplicamos verdaderamente en nuestras vidas.

Padre Nuestro: Te imaginas tener un verdadero Padre, alguien nos aconseja, nos guía, nos cuida, nos protege y poderlo llamar Nuestro con toda libertad y confianza. Porque no es lo mismo un padre terrenal que en algunos casos siempre vamos a fallar, en cualquier momento. En cambio, Nuestro Padre, jamás lo hace, más bien todo el tiempo busca el bienestar de sus hijos.

Que estás en los cielos: Si tenemos al Padre Nuestro, y encima está en los cielos, es decir es un Padre Celestial, el Creador mismo del cielo y la tierra, el Creador del Universo ¡impresionante! ¿verdad? Desde los cielos, aunque parezca increíble Él nos conoce y nos cuida, pero reconociendo en cada oración esta potestad.

Santificado sea tu nombre: El único Santo, Santo, Santo, es nuestro Señor Jesucristo. Si en nuestras oraciones siempre mencionamos que su nombre sea Santificado y no el de vírgenes o santos impuestos por los hombres, estamos reconociendo este hecho y Él sabrá recompensarnos.

Venga tu Reino: ¡Wow! No sé si sabemos lo que realmente quiere decir con “Venga tu Reino”, como lo habíamos dicho, solo lo hemos repetido y repetido sin sentido. Debemos clamar para que venga su Reino, un Reino donde todo es paz, armonía, alegría y eternidad junto a Dios; eso queremos en nuestras vidas, por ello, de corazón debemos decir “Venga tu Reino” para que las cosas del mundo sean relegadas y florezca el amor de Jesús.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra: Insisto, lo hemos dicho miles de veces, pero… ¿hacemos realmente su voluntad? ¿hemos hecho su voluntad a lo largo de nuestras vidas? Seamos sinceros, no podemos ocultar, tal vez entre nosotros nos podemos mentir, pero a Dios, jamás. Lo mencionamos en repetidas ocasiones, “que se haga tu Voluntad”, pero terminamos haciendo lo que dicta nuestro corazón sin pedir si quiera la guía de Nuestro Padre. ¡Que craso error!

La voluntad de Dios, es que le obedezcamos en todo lo que su Palabra determina, no en lo que nos conviene o incluso tratamos de tergiversar o adecuar su Palabra muy clara a nuestras circunstancias, esa no es la voluntad de Dios. O hacemos su voluntad o estamos cometiendo uno de los peores pecados y de seguro vamos camino al infierno.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy: Si creemos que se refiere a la comida y a que nos provea de alimentos todos los días, déjame desencantarte, pero estás muy equivocado. El Pan se refiere a Él mismo, a su Poderosa Palabra. Cuando decimos “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, estamos pidiendo que podamos tener acceso todos los días a la Palabra de Dios, refrescarnos cada momento con sus enseñanzas y a partir del conocimiento de Dios, obedecer todo lo que nos pide, que por cierto es algo espectacular, porque tu vida se llena de Bendiciones.

Entonces ¿estás dispuesto a pedir de corazón que puedas leer o que te llegue su poderoso mensaje por cualquier medio todos los días y que no te falte la luz del entendimiento todo el tiempo?

Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores: No se refiere únicamente a las deudas económicas, se refiere a toda clase de situaciones adversas que alguna persona haya hecho contra nosotros. Pero lógicamente cada uno de nosotros somos también personas que guardamos rencores y rencillas contras nuestros semejantes y muy especialmente contra Dios mismo.

Cuántas veces le hemos faltado, hemos desobedecido, hemos callado su nombre por miedo, nos hemos disgustado porque supuestamente no nos escucha en nuestras oraciones. Todos los días seguimos ofendiéndole, igual que lo hacemos con nuestro padre terrenal, madre terrenal, hermanos de sangre, hermanos de la iglesia, compañeros de trabajo, vecinos, en fin.

De corazón debemos pedir para que nos perdone cada día, y nosotros también perdonar, aunque no queramos hacerlo. Recuerda que esto es una orden, no una opción.

Y no nos metas en tentación, o no nos dejes caer en tentación: La tentación está en cualquier parte, en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Somos tentados a cada instante a robar, a traicionar, a desconocer, a sentir odio, en fin. Si de corazón y pensando en nuestro Señor Jesucristo que soportó por 40 días las tentaciones del mismísimo satanás, nos ponemos a orar y pedimos que no nos deje caer en ninguna tentación, te aseguro que nos libra en todo momento de esa situación.

No es bueno desafiar a tus propias posibilidades y decir “yo no voy a caer en ninguna tentación” porque soy hombre o mujer de Dios. Siempre caerás. Es mucho mejor pedir en oración que te aparte de las tentaciones.

Más líbranos del mal: Hoy día, la violencia ha escalado a límites insospechados, la maldad se encuentra por todas partes, pero en esta parte de la oración no solo nos sugiere que pidamos que nos libre del mal de los hombres, sino del mal mayor que significa el trabajo del diablo que ha venido maquinando todo un proceso para desvirtuar la Palabra de Dios, alzarse con sus mentiras, proclamar sus falsedades a toda costa y lo ha conseguido en un buen porcentaje.

Gracias a estas mentiras, muchas de las personas otrora creyentes, han dejado de hacerlo, otros ni siquiera lo ponen en discusión, no creen y punto; algunos cuestionan la existencia de Dios y otros dudan cuando leen apenas un par de libros baratos de filosofía.

A toda esta clase de mal sustentada por el príncipe de las tinieblas, se refiere Jesús, para que pidamos en nuestras oraciones que realmente nos libre de caer en los tentáculos de las falacias y que no nos confundamos y busquemos la Verdadera Palabra de Dios, la que nos da Vida, vida en abundancia, Vida Eterna.

Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén: ¿Realmente nos damos cuenta cuando hemos orado esta parte, al decir tuyo es el reino, el poder y la gloria? Estoy seguro que no. En la tierra hemos creado reinos, poderes, nos hemos glorificado a nuestra manera, hemos dejado a un lado las cosas de Dios, para dar rienda suelta a nuestra sed de fama, olvidándonos por completo que el único que debe llevarse la Gloria es Nuestro Señor Jesucristo.

Cuidado si no estás orando para darle la Gloria a Dios de todo lo que te ha dado, todo lo que tienes, todo lo que eres, todo lo que vas a tener, todos tus títulos, tu familia, tus amigos, tu vida misma, sería una completa blasfemia que solo lo digas sin sentido.

Pedid y recibiréis en el nombre de Jesús

Y conjuntamente con esta Poderosa Oración, tienes la posibilidad de pedir en el nombre de Jesús lo que verdaderamente desees, siempre y cuando sea para glorificar a Jesucrist, de lo contrario, estarás perdiendo el tiempo.

Volviendo precisamente a Juan 16:24: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”.

Y complementando con:

Marcos 11:23-25

23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.

Jesús nos aclara que podemos pedir creyendo que lo vamos a recibir. Hasta ahora hemos pedido conforme a nuestro salario y nuestra capacidad humana, de acuerdo a nuestro seguro médico, calculando cuánto vamos a gastar y cuánto de ingresos obtendremos, es decir solo hemos pedido acorde al dinero y no creyendo en el Poderoso de Israel, aún con todos los milagros que ha hecho desde esos tiempos hasta hoy, no sentimos la confianza de creer que, pidiendo, Él nos dará.

El versículo es claro y dice: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. No dice: todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis teniendo con qué comprarlo.

Por tanto, la oración se la debe hacer de acuerdo a lo que Dios es capaz de hacer, más no a tus propias fuerzas.

Crees en las cosas que puedes comprar, pero no en el Dios de los imposibles.

La oración es Poder, lo hemos dicho, pero la oración debes hacerla pensando únicamente en Jesús y no en cuanto dinero vas a generar para poder adquirir algo que necesitas; pero no olvides, siempre lo que pidas, será para glorificar a Jesucristo.

La oración es una conversación con Dios, cuéntale lo que te ocurre, menciónale tus necesidades, coméntale de corazón cuáles son tus planes, tus sueños, tus anhelos, qué necesitas para tu día y para tu vida, pero esta oración es indispensable hacerla cuando tengas un avanzado conocimiento sobre Dios, porque Él no quiere que solo le pidas riquezas materiales, Él espera mucho más de ti. ¿Cuál es el propósito para tu vida? Es lo que debes descubrirlo mediante el conocimiento de Su Palabra.

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