Caer en pecado es una condición a la cual nos encontramos expuestos seamos creyentes firmes o no. El apóstol Pablo en una de sus cartas nos advierte: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga«, 1 Corintios 10:12.
Como cristianos, todos los días nos exponemos a ser tentados y esto se debe a nuestra propia concupiscencia, ya que nos guste o no, estamos en un cuerpo carnal que está sujeto a pasiones y a deseos carnales.
1 Juan 1:8 nos dice: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros». No hay nadie que esté tan firme para no caer, de modo que si alguno considera que está fuerte espiritualmente y que el pecado no puede llegar a dominar su vida debe tener cuidado, examinar su corazón y echar fuera de sí el orgullo.
Debemos entender que nos encontramos en un sistema que ha sido acomodado por Satanás para hacernos perder nuestra comunión espiritual con Dios, el trabajo, la familia, los quehaceres del día a día tratan de vencernos y hacernos abandonar la búsqueda de la presencia del Señor, pero ante ello debemos estar alerta y no dar ventaja al enemigo, quien anda como león rugiente.
Considerando que nos imposible fallar, es necesario que sepamos qué debemos hacer si hemos fallado y la culpabilidad no nos permite regresar a Dios.
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La culpa es una de las condiciones que nos impide volver a buscar del Señor, nos hace sentir pecadores e indignos del perdón; sin embrago, sentir culpa no es malo, malo es pecar y no sentir ni remordimiento alguno. Cuando fallamos y sentimos que no tenemos deseos de ir a buscar al Señor es cuando más debemos hacerlo. El Espíritu Santo es quien nos redarguye y nos convence de pecado y de justicia por tanto ese redargüir que llegamos a sentir en nosotros es la presencia de Dios diciéndonos que se siente triste por lo que hicimos, pero que tenemos la oportunidad de ser limpiados por Él y restaurados por completo.
Tenemos la sangre de Cristo que nos limpia bien sabemos, pero sin embargo no debemos tomar la sangre de nuestro Señor en vano, ni mucho menos utilizarla como un amuleto para limpiarnos cada vez que fallamos. Debemos tomar medidas y hacer todo lo que esté a nuestro alcance por cortar de raíz esa situación que nos conduce a fallarle a nuestro Dios.
Pero si has caído en pecado y no sabes cómo volver a Dios debes tomar en consideración los siguientes pasos:
- Arrepiéntete: Debes pedir perdón a Dios por tu falla, pero también perdonarte a ti mismo, no puedes vivir autocastigándote por ese error cometido.
- Toma medidas drásticas: Para que no vuelvas a caer en este pecado, debes alejarte de lo que sabes que te condujo a ese pecado.
- Busca ayuda: Un grupo de apoyo en tu iglesia o una persona temerosa de Dios.
- Fortalécete en la fe: Claramente había alguna debilidad en tu vida que te llevó a rendirte en esa área. Entonces, ahora más que nunca debes, estar vigilante, orando, ayunando, leyendo y meditando en la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Recuerda que en este momento debes cerrar todas las brechas por las cuales el enemigo pueda meterse y así rendirle a Dios todas las áreas de tu vida, cuerpo, alma y espíritu para que Él te santifique y ten presente que todo lo puedes en Cristo que te fortalece.
«No es fácil salir de esta situación, pero siempre y cuando tengas la disposición de volver a Dios y ser cambiado por Él, lo lograrás. No te rindas sigue adelante»
Fuente: Biblia Todo
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