Referencias sobre Cristo en el Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento hace referencias directas al Mesías que vendría, al Salvador y Redentor. Así, en la maldición de la serpiente inmediatamente posterior a la caída en el pecado, ya se encuentra oculta la primera mención al Redentor que vendría (Gn. 3:15).

El autor de la epístola a los Hebreos ve una referencia a Jesucristo en los actos del rey y sacerdote Melquisedec, quien trae pan y vino a Abraham y lo bendice (Gn. 14:17-20; He. 7).

Dios, el Hijo, acompañó al pueblo escogido, Israel, a través de la historia. El Apóstol Pablo describe expresamente la presencia de Cristo durante el peregrinaje por el desierto: “Nuestros padres […] bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo» (1 Co. 10:1-4).

Algunos profetas del Antiguo Testamento hacen referencia a detalles concretos relacionados con la venida del Redentor:

  • Isaías lo describió con nombres que subrayan su unicidad: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz» (Is. 9:6).
  • Miqueas anunció el lugar de nacimiento del Señor: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» (Mi. 5:2).
  • Malaquías profetizó a alguien que prepararía el camino del Hijo de Dios: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Mal. 3:1). El que prepararía el camino es Juan, el Bautista (Mt. 11:10).
  • Zacarías describió la entrada del Señor en Jerusalén: “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna» (Zac. 9:9).

Así, tanto la encarnación del Hijo de Dios como su camino sobre la tierra, fueron vaticinados en el Antiguo Testamento.

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