“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

Hebreos 11:1

 La fe es de suma importancia para Dios.

Las Sagradas Escrituras nos instruyen que la fe es de suma importancia para Dios hasta el punto que la Biblia nos enseña que la Salvación y la vida eterna tan solo se puede alcanzar a través de la fe en Jesucristo y no se puede lograr a través de las buenas obras o de alguna religión. (Efesios 2:8-9)

La fe que haya en nosotros es tan importante para Dios que la Biblia nos dice que Dios no quiere que la fe nos falte en medio de la prueba. Por ejemplo, cuando Jesús estaba cercano a la hora de su crucifixión le dijo a Pedro lo siguiente:

“Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” (Lucas 22:31-32)

Ante la adversidad y el periodo de prueba que Pedro iba a experimentar el Señor Jesús oró para que Pedro no perdiera su fe, pero sorprendentemente el Señor Jesús no oró para que Pedro no fuera zarandeado o para que nada malo le pasara mientras era zarandeado.

Dios siempre escucha nuestra fe en medio de la prueba.

No hay registro Bíblico de que alguien se haya acercado a Dios con fe, creyendo con firmeza en su corazón no solo en el poder de Dios sino también en el deseo de Dios de actuar a favor de su necesidad, y que Dios no haya hecho un milagro y actuado a favor de aquella persona que se acercó a ÉL en Fe.

Estos son algunos ejemplos de la mano poderosa de Dios a favor de aquellos que creyeron y actuaron en fe:

  • Por la fe el Señor Jesús resucitó a la hija de Jairo. (Mateo 5:21-43)
  • Por la fe el Señor Jesús sanó a la mujer que padecía del flujo de sangre por doce años. (Mateo 5:25-34)
  • Por la fe el Señor Jesús sanó a Bartimeo el ciego. (Marcos 10:46-52)
  • Por la fe el Señor Jesús liberó a la hija endemoniada de la cananea. (Mateo 15:22-28)
  • Por la fe el Señor Jesús Perdonó y sanó al paralitico. (Mateo 5:19-25)
  • El Señor Jesús se maravilló de la fe del centurión y sanó a su siervo y dio testimonio de su fe ante el pueblo. (Lucas 7:2-10)
  • Por la fe los apóstoles hicieron muchos milagros, especialmente después de que Jesús había ascendido a los cielos. (Hechos 19:11)
  • Por la fe alcanzamos salvación. (Efesios 2:8-9)

Constantemente encontramos en toda la Biblia que Dios hizo muchos milagros y concedió las peticiones de aquellos que se acercaron con fe, y pocas veces que Dios haya actuado a favor de alguien simplemente por su necesidad. Inclusive el Evangelio de Mateo nos dice que cuando Jesús estuvo en Nazaret “…no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos” (Mateo 13: 58). Lo que realmente mueve la mano de Dios a favor nuestro no son nuestras necesidades o adversidades sino nuestra fe, nuestra confianza en el amor y el poder de Dios.

Dios nos exhorta cuando nos falta la fe:

La Biblia afirma categóricamente que “…sin fe es imposible agradar a Dios…” (Hebreos 11:6). En las Sagradas Escrituras encontramos que Jesús constantemente exhortó a sus discípulos por su falta de fe. Vemos en la Biblia como el Señor Jesús los exhortó en medio de la tormenta por su poca fe (Marcos 4:40) y como fueron exhortados por su falta de fe después de cruzar el mar y después de haber sido testigos de la multiplicación de los panes y de los peces. Jesús no solo confrontó la falta de fe de sus discípulos, sino que también los escribas y los fariseos fueron exhortados porque habían puesto a un lado la fe y habían puesto su confianza en las obras humanas.

¿Cómo alimentar y fortalecer nuestra fe? (Mt 14:27-29)

Escuchando la Palabra de Dios.
  • Pedro escuchó la voz de Jesús y su fe se fortaleció hasta el punto que ignoró la tormenta y la lógica humana que le decía que no se puede caminar sobre el agua y logró así caminar sobre las aguas mientras tuvo la fe intacta.
  • “La fe viene por el oír la palabra de Dios.” (Romanos 10:17) La Palabra de Dios fortalece y alimenta nuestra fe, las voces humanas y de las emociones, al contrario, la debilitan.
Orando a Dios para que nos mueva a hacer cosas grandes.
  • Pedro le pidió al Señor Jesús que lo respaldara en algo sobrenatural y el Señor lo hizo de acuerdo a la fe de Pedro.
  • La fe debe estar depositada en ÉL y no en nosotros mismos. No podemos confiar en nuestras habilidades o riquezas.
  • Cuando servimos al Señor podemos pedir su respaldo con confianza y ÉL nos llevará a hacer cosas grandes.
Obedeciendo la Palabra de Dios.
  • Pedro descendió de la barca al oír la orden del Señor Jesús. Pedro no solamente escuchó la voz de Jesús, sino que también obedeció actuando en fe. La fe sin obras está muerta (Santiago 2:17).
  • Aunque la fe de Pedro flaqueo mientras caminaba en el agua es asombroso que su fe le haya llevado a caminar sobre el agua. ¿Cuántos de nosotros podemos decir que hemos caminado sobre las aguas en medio de una tormenta feroz?
  • No podemos paralizarnos por el miedo. Pedro no tuvo miedo de caminar en el agua, asombrosamente el temor lo alcanzó cuando ya estaba caminando en el agua, pero allí estaba Jesús para rescatarlo. Si nunca actuamos por miedo y falta de fe no vamos a ver el poder de Dios, pero si actuamos en fe vamos a ver el poder de Dios y si nos llegase a faltar la fe y si el temor nos golpeara allí estará Jesús para tomar nuestra mano.
Poniendo los ojos en Jesús.
  • La fe de Pedro tambaleo cuando aquel experimentado pescador puso los ojos en los fuertes vientos y los quitó de Jesús.
  • Jesús no abandonó a Pedro ante su falta de fe. Le extendió su mano cuando empezó a hundirse.
  • Mientras tengamos nuestros ojos puestos en Jesús y no en las imperfecciones de nuestros líderes o en las adversidades de la vida nuestra fe en Jesús se ha de fortalecer y crecer día a día.

¿Ya aceptaste a Jesús como el Salvador de tu vida?

La Biblia nos dice en el libro de Romanos en el capítulo 3:23-24 que todos los seres humanos estamos condenados a estar separados de la gloria y la presencia de Dios por toda la eternidad a causa de nuestros pecados. Pero Dios, en su amor y misericordia hacia nosotros, nos regaló la salvación eterna gratuitamente, justificandonos mediante la redención que es en Cristo Jesús. Jesús murió por nuestros pecados, derramando su sangre en el madero para pagar por nuestras deudas y resucitó al tercer día dándonos vida eterna. La Biblia nos enseña que la salvación no es por obras humanas, no es a través de una religión o por medio de algo que pueda hacer el hombre. Tan solo podemos ser salvos por la gracia a través de la fe en el sacrificio de Jesucristo. Romanos 10:9-11 nos declara que si confesamos a Jesús con nuestros labios, creyendo en nuestro corazón seremos salvos. Todo aquel que en Él creyere será salvo y no será avergonzado.

Si todavía no has aceptado a Jesús como el Señor y Salvador de tu vida  y ese es tu deseo, puede hacerlo en este momento orando así:

Padre celestial, reconozco y confieso que soy pecador y me arrepiento de todos mis pecados. Te agradezco por amarme así tal cual soy yo; creo en tu hijo Jesús quien murió en la cruz por todos mis pecados y quien resucitó al tercer día para darme vida eterna. Señor Jesús confieso con mis labios y con mi corazón que creo en ti y te acepto como mi Salvador y mi Señor. Haz de mí la persona que tú quieras. Toma control absoluta de todas mis acciones. Gracias por la salvación y la vida eterna que me regalas. En el nombre del Señor Jesús. Amén.

Ahora que has aceptado al Señor Jesús busca una iglesia de sana doctrina donde se predique el evangelio de Jesucristo. Una iglesia sana (No hay iglesia perfecta) donde puedas conocer a Dios más profundamente y vivir en la libertad que te dio Cristo.

Fuente: La Cosecha Az