¿Qué desea Dios?
Cuando creímos en Jesucristo, Dios nos perdonó y libró del juicio eterno. Y no solamente eso, también nacimos de nuevo y fuimos regenerados con la vida de Dios en nuestro espíritu. ¡Le damos gracias al Señor por esta realidad maravillosa! ¡Cuán grande es la misericordia que Dios tuvo con nosotros!
Sin embargo, hagamos una pausa y preguntémonos lo siguiente: ¿por qué?, ¿por que Dios nos salvó? ¿por qué Dios nos regeneró? y si retrocedemos incluso un poco más, en primer lugar, ¿por qué Dios nos creó?
Nuestra perspectiva de Dios y la manera en la que oramos
Quizás tengamos una visión general de Dios como Aquel que es bondadoso, amoroso y lleno de compasión; Aquel que como Dios Todo poderoso, lo tiene todo y no le falta nada; un Ser benevolente cuya función principal es ocuparse de las necesidades que tienen Sus criaturas, a saber, nosotros los seres humanos. Dios desea protegerme, ayudarme a sacar buenas calificaciones, hacer los arreglos necesarios para que pueda obtener un buen trabajo, encontrar la pareja perfecta, resolver mis problemas— y la lista continúa.
Cuando tenemos tal perspectiva de Dios, nuestras oraciones naturalmente giran a nuestro alrededor. Le pedimos por aquellas cosas que satisfagan nuestras necesidades o cumplan nuestros deseos. De modo que cuando se trata de la voluntad de Dios, normalmente oramos: “Dios, ¿cuál es Tu voluntad para mi?” De alguna manera u otra, siempre acabamos siendo el centro.
Sin embargo, ¿Acaso Dios no tiene en mente una meta mucho más grande para mi bienestar personal? ¿Acaso Dios no desea algo para Sí mismo? ¿Una voluntad mucho mayor que aquella que tiene sobre dónde debo trabajar o con quién debo de casarme? ¿Acaso Él no desea algo en particular?
La manera en que nos damos cuenta que Dios desea algo
Verdaderamente Dios es un ser amoroso y bondadoso. Y aunque si bien es cierto que Él es el Dios Todo poderoso y que lo tiene todo, en otro sentido, Él si tiene una necesidad, pues tiene un deseo en lo profundo de Su corazón que todavía no se ha cumplido. Y debido a que Él tiene este deseo, Dios tiene una manera, un plan para obtener lo que Él anhela.
De alguna forma, al observar nuestras vidas, nos podemos dar cuenta de que Dios tiene una necesidad en particular. Cada uno de nosotros deseamos tener gozo y satisfacción. Pero ¿A qué se debe esto? Nadie nos enseñó a sentirnos de esa manera. De hecho, nuestro deseo por tener gozo y satisfacción es un reflejo del deseo de Dios por tener gozo y satisfacción, debido a que fuimos hechos a la imagen de Dios.
Ocurre lo mismo con nuestras metas, las cuales surgen de nuestros deseos. La mayoría de nosotros, desde que somos jóvenes hasta llegar a la edad adulta, comenzamos a formar planes para cumplir nuestras necesidades y deseos. Tenemos metas, algunas grandes, otras pequeñas, otras a corto plazo y otras a largo plazo. Y debido a esto, normalmente no vivimos una vida sin propósito o sin rumbo fijo. Nuestras metas surgen de algo que queremos que finalmente nos haga feliz, y en consecuencia, planeamos nuestra vidas así.
Como seres humanos, hacemos planes para cumplir nuestros deseos y tomamos pasos para alcanzar nuestras metas. Pero ¿Que sucede con el Dios en cuya imagen fuimos hechos? Ciertamente, ¡Sus deseos son mucho más profundos, y Sus planes consecuentemente mayores!
La voluntad, deseo y propósito de Dios se muestran en la Biblia
La Biblia nos dice claramente que Dios tiene un deseo y un plan para cumplir ese deseo. Efesios 1:9 nos muestra que Dios tiene un deseo:
“Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cuál se había propuesto en Sí mismo”.
Las palabras “voluntad” y “beneplácito” nos dan una clave hacia el hecho de que Dios tiene un deseo en particular, un beneplácito que lo hace feliz y satisface Su corazón. Conforme a esto, Dios planeó y se propuso obtener ese deseo.
Apocalipsis 4:11 dice: “Digno eres Tú, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y la honra y el poder; porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas”.
La nota 2 en el Nuevo Testamento Versión Recobro en este versículo dice esto:
“Dios es un Dios de propósito, y Su voluntad es según Su beneplácito. Él creó todas las cosas según Su voluntad para así cumplir y llevar a cabo Su propósito”.
Este Dios de propósito no creó el universo de forma desordenada o sin pensarlo, no, Él tenía un deseo, un beneplácito, de modo que creó todas las cosas según Su voluntad, Su plan para cumplir ese deseo. ¡Un millón de objetos de la creación de Dios, incluidos nosotros mismos, fueron creados expresamente para la voluntad de Dios a fin de que Él pudiera obtener aquello que le llenaría de gozo!
¿Cúal es el deseo de Dios?
En entradas anteriores hemos explicado como Dios desea tener una relación íntima, subjetiva y amorosa con los seres humanos al entrar y vivir en ellos y ser la vida en ellos a fin de que sean Su expresión. Es por esta razón que nos formó y nos moldeó de una manera muy específica, con un espíritu, lo cual nos permite recibirlo y contenerlo, y un alma para que lo expresemos.
No obstante un individuo por sí solo no puede expresar todo lo que Dios es. La intención de Dios es que los seres humanos que le han recibido personalmente, juntos lleguen a ser una entidad viva, llena de Su vida, para expresar a Dios al universo entero.
La iglesia, el Cuerpo de Cristo
Esta entidad viva es la iglesia. Efesios 1:22-23 dice: “La iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. La nota 3 en este versículo explica:
“Cristo, quien es el Dios infinito sin ninguna limitación es tan grande que lo llena todo en todo. Un Cristo tan grandioso necesita que la iglesia sea Su plenitud a fin de ser expresado por completo”.
No es de extrañar que Dios anhela tener la iglesia; ¡es a través de ella que Él puede ser expresado! y tanto sus planos como Su plan para obtener la iglesia, incluyen a cada uno de nosotros.
Quizás nos parezca extraño escuchar que la iglesia es el deseo del corazón de Dios. Si nuestro entendimiento es que la iglesia es un edificio físico o una organización religiosa, decir que la iglesia es el deseo de Dios, no tendrá ningún sentido para nosotros. Es por esto que tenemos que hacer a un lado nuestros pensamientos cada vez que escuchemos la palabra “iglesia” y en vez de eso mirar en realidad lo qué es la iglesia tal y como se revela en la Palabra de Dios.
En las próximas entradas profundizaremos más en este asunto respecto a la iglesia, esto nos ayudará a apreciarla como la meta de Dios y nos daremos cuenta de cómo haber sido salvos es con miras a esta meta.
Por ahora, es bueno que meditemos delante del Señor en los versículos mencionados en esta entrada y oremos para que podamos ver que Dios tiene un deseo, una voluntad, y que este deseo es la iglesia:
Señor, abre mis ojos y dame revelación para ver el deseo de Tu corazón. Muéstrame lo que es la iglesia conforme a Tu Palabra.
Fuente: Bibles for America
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