El sermón del monte

Las palabras de Cristo registradas en los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo son con frecuencia llamadas el Sermón del Monte. La razón de ello es que Jesús “subió al monte” (Mateo 5:1), para dar su mensaje. Aparentemente, Él hizo esto para que fuera más fácil para su audiencia escuchar lo que iba a decir. Un recuento abreviado del sermón de Cristo en el monte lo encontramos en Lucas 6:20-49. Aunque hay pequeñas diferencias entre los dos recuentos de los evangelios, estos pasajes nos dan un excelente resumen de los temas que Jesús trató en su ministerio aquí en la tierra.

El Sermón del Monte es probablemente la parte mejor conocida de las enseñanzas de Jesús, aunque se puede argumentar que es la menos entendida, y en verdad la menos obedecida, ya que el relato de Mateo es más extenso que el de Lucas, lo utilizaremos para identificar los mensajes claves que Jesús dio a su audiencia en el primer siglo y a nosotros en la actualidad.

Resumen del Sermón del Monte: las bienaventuranzas y la aplicación de la ley

El sermón de Jesús comienza con una descripción de aquellos que serían bendecidos por Dios. Por ejemplo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Los versículos comienzan con la palabra Bienaventurados (Mateo 5:3-11), se conocen comúnmente como “Bienaventuranzas”—que significan un nivel de gran alegría. En esencia, Jesús está afirmando que estas perspectivas se convertirían en estados mentales para todos aquellos que iban a ser sus discípulos. Para un estudio adicional acerca de cómo puede tener estas perspectivas en su vida, lea “Bienaventuranzas: las claves para la felicidad real”.

El resto del sermón da más detalles acerca de la conversión—cómo ser un cristiano.

Cristo enseñó que sus discípulos serían la sal de la tierra y la luz del mundo. A ellos les ordenó: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Los ejemplos de los cristianos deben reflejar la justicia de Dios al mundo alrededor; y al hacerlo, sus acciones brillarán como luces.

Después de esta advertencia hay una declaración que es crucial entenderla, pero con frecuencia se tergiversa. Cristo dijo que Él no había venido para “abrogar la ley o los profetas”(v. 17). En este versículo, Él enfatizó: “no he venido para abrogar sino para cumplir”— que es lo opuesto de destruir. Cristo más adelante afirmó que “cualquiera que los haga y los enseñe [los mandamientos] éste será llamado grande en el reino de los cielos” (v. 19).

Lo que sigue después es una explicación detallada del entendimiento espiritual y la aplicación de los 10 mandamientos. Por ejemplo, Cristo instruyó a la audiencia que airarse contra una persona sin causa, era una violación espiritual de la ley que prohíbe matar (v. 22). Él también dijo que los hombres debían evitar el adulterio, aun hasta el punto en que debían evitar codiciar a una mujer en su corazón (v. 28).

Sólo imaginémonos un mundo en el cual estas dos advertencias fueran obedecidas. No habría violencia ni abuso verbal. Las personas tratarían de resolver sus diferencias de una forma pacífica, y se centrarían en la reconciliación. Los matrimonios se salvarían, las familias prosperarían y toda clase de pornografía dejaría de existir.

Luego, Cristo dio una de las instrucciones más difíciles de seguir: “Amad a vuestro enemigos” y “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (vv. 44, 48). Dios ama a todas las personas. Él está profundamente preocupado aún por aquellos que toman su nombre en vano y rechazan su misma existencia. El mismo grado de amor que Él tiene por toda la humanidad es el amor que espera que cada persona tenga por los demás.

Más instrucción del sermón del monte: oración y prioridades

En este sermón hay una explicación detallada de cómo orar. Cristo dijo a los cristianos convertidos; “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres” (Mateo 6:5). En vez de esto, nos dijo que “cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (v. 6). También, cuando oremos no debemos usar “vanas repeticiones” (v. 7). No debemos repetir una y otra vez las mismas palabras.

Después, Cristo les dio un bosquejo para orar (vv. 9-13), alabando a Dios en los cielos y pidiéndole que viniera pronto su Reino a la tierra. Debemos pedirle diariamente a Dios nuestro pan (necesidades) y pedirle especialmente su perdón. Después, Cristo exhortó a todos a que perdonaran las ofensas y pecados de otros, para que nuestro Padre que está en los cielos nos perdone a nosotros también (vv. 14-15).

Cristo también habló acerca de la riqueza. ¿Dónde está nuestro tesoro? ¿A cuál maestro servimos? “No podéis servir a Dios y a las riquezas [griego: Mamón]” (v. 24). Por lo tanto no debemos preocuparnos por las cosas de esta vida, qué comeremos o qué beberemos o qué vestiremos. Nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades. Cristo también afirmó que Dios se ocupa de las necesidades de las aves, y Él en verdad es capaz de ocuparse de las nuestras también (vv. 25-32).

Luego, Jesús nos mostró claramente cuál debe ser nuestra prioridad en la vida: “Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (v. 33).
Se nos instruye que debemos pedirle a Dios ayuda. Como padres sabemos cómo darles buenas cosas a nuestros hijos, y así también, nuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a aquellos que se las pidan (Mateo 7:7-11). ¡Esto es algo muy alentador!

Decisiones y advertencias

A medida que concluye el Sermón del Monte, Cristo nos advierte que tomemos decisiones correctas. Se nos enseña que debemos elegir conforme a las instrucciones de Dios en la Biblia y no simplemente seguir la multitud, adoptando la forma fácil de vivir (Mateo 7:13-14). Somos advertidos aún acerca de los falsos profetas que afirman ser cristianos, pero su vida no refleja los valores de Dios ni la verdadera conversión. Los profetas y ministros deben ser evaluados según sus frutos (vers. 15-20).

Luego, Cristo nos dio una grave advertencia: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (v. 21). No todo el que dice ser cristiano, lo es en realidad.

Debemos obedecer las instrucciones que Dios nos da en la Biblia, porque si no es así, Dios nos dirá: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (v. 23).

Todavía es importante para los cristianos en la actualidad

Las palabras de este sermón son tan importantes en la actualidad como lo eran cuando Jesucristo las dijo. Porque: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7:24-25).

La pregunta es, ¿seremos como ese hombre prudente? ¿Interiorizaremos las palabras de Cristo en el Sermón del Monte? Asegúrese de leer los artículos relacionados a la conversión cristiana, en dónde encontrará más instrucciones ¡que lo animarán y ayudarán a ser ese hombre prudente!

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