Cuan complacido se encuentra Dios con aquellos que son agradecidos en todas las cosas. La gratitud es una cualidad noble, pura y sencilla del ser humano. Por el contrario la ingratitud es una reacción humana desagradable y que no sabe reconocer las cosas lindas de la vida.
Todo ser humano que ama a Dios, debe por naturaleza ser agradecido y demostrar una actitud de agradecimiento por todas las cosas, reconociendo que en muchas ocasiones podemos recibir mucho más de lo que realmente merecemos. Infinitas gracias hemos de darle a Dios quien envió a su hijo Jesucristo para que fuéramos libres y salvos.
Debemos ser agradecidos no solamente con Dios, sino con todos aquellos que están cerca de nosotros y nos bendicen con su servicio, sus dones o su amor desinteresado. Es hora de identificar a esas personas, darles un abrazo y decirles ¡gracias!
La Biblia nos habla del agradecimiento
Bajo cualquier circunstancia de la vida siempre es bueno agradecer. En 1era de Tesalonicenses 5:18 se nos enseña que debemos dar gracias a Dios en todas las cosas. Debemos siempre recordar que a pesar de las dificultades que se nos puedan presentar podemos sentir la bondad y la ayuda del Padre de los Cielos. Debemos mantenernos siempre en constante agradecimiento a Dios por cada detalle de amor en nuestra vida.
La gratitud complace a Dios
En Salmos 95:2-3 se nos dice que debemos allegarnos a Dios con acción de gracias, alabándolo con cánticos, porque él es el Dios sobre todos los dioses. La gratitud que demostremos debe estar acompañada por sentimientos de alabanza que salgan con sinceridad de lo más profundo de nuestros corazones. Realmente, no existe nadie como Dios y que mejor manera de demostrarle nuestro amor con gratitud, porque él se merece eso y mucho más.
Honrar a Dios es muy importante
Dios a través de Salmos 50:23, nos enseña que quien le ofrece gratitud, le honra y al corazón que corrija sus errores el mostrará su salvación.
La gratitud pura que emana un corazón sincero muestra honor y respeto a Dios y puede dar lugar a para llevar una vida llena de rectitud que induzca a la obediencia, la cual agrada a Dios. Es allí precisamente, donde está la llave que abre la puerta para obtener el precioso don de la vida eterna y la salvación.
Debemos hacer todo demostrando gratitud
En la biblia, hay un pasaje muy especial en Colosenses 3:15-17 que dice que la paz de Cristo debe reinar siempre en nuestros corazones, que debemos ser agradecidos y que debemos aconsejarnos unos a otros con sabiduría. Que cantemos himnos, salmos, canciones de respeto a Dios con gratitud, haciéndolo siempre en el nombre de Jesús y agradeciendo a Dios por medio de Él.
La clave para poder tener la paz que solo Cristo da es ser agradecidos. Cuando llenamos nuestros corazones con la palabra de Dios, toda nuestra visión terrenal cambia, vemos las cosas no como el mundo las ve sino como Dios la ve. Realizamos todo con la mira puesta en su gloria, así nuestros corazones rebosarán de gratitud y esa actitud invadirá a todo aquel que esté cerca.
Hay que agradecer por nuestros hermanos
En 2da de Timoteo 1:3 se nos dice claramente que debemos recordar en todo momento, de día y de noche en oración a nuestros hermanos siempre reconociendo que a quien servimos es a Dios con conciencias limpias.
Todos los días tenemos la oportunidad de ver gente a nuestro alrededor, gente que el mismo Dios se ha encargado de colocar allí. Todas esas personas están presentes en nuestro vivir diario y forman parte de nuestra vida. Debemos cultivar el hábito de orar por todas aquellas personas que Dios pone en nuestra mente y en nuestra ruta de la vida. Debemos dar gracias a Dios por ellas, sobre todo por aquellas que comparten nuestros mismos ideales de seguir por los caminos que trazó Jesucristo.
Debemos alegrarnos por las alegrías de otros
En 1era de Corintios 1:4 se nos enseña que debemos dar gracias a Dios por todos y por la gracia de Jesús que está con ellos.
El mostrar un afecto verdadero y un cariño sincero por las bendiciones de los demás es algo que llenará el corazón de quien lo hace con sinceridad. Hay que agradecer al Señor por la gracia y salvación que nos proveyó a todos y al hacerlo demostramos amor por lo que Cristo hizo por otros también. Debemos alegrarnos cuando Dios obre a favor de todos nuestros hermanos.
Hacer oraciones llenas de gratitud y seguridad
En Filipenses 4:6 se nos dice que debemos estar tranquilos, que nada debe inquietarnos. Todo el tiempo debemos presentar nuestras peticiones a Dios en oración y darle siempre gracias en todas las cosas.
Es importante presentar nuestras oraciones a Dios con confianza y gratitud, demostrando que no olvidamos su provisión invariable a lo largo de los años. Dios es fiel, más de lo que sabemos y podemos confiar también mucho más de lo que suponemos. En base a esa confianza le damos gracias por todo aquello que ha hecho en nuestra vida y por lo que muy seguramente hará.
Reconocer la mano de Dios en todas las cosas
Cuando Jesucristo estaba por entrar a una aldea, salieron a verle diez hombres, los cuales estaban enfermos de lepra. Como se habían quedado a una larga distancia le dijeron “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros! Jesús al verlos les dijo que fueran a presentarse a los sacerdotes. Mientras iban de camino todos quedaron limpios. Solo uno de ellos, al verse sano regresó alabando a Dios y dando gracias. Se postró a los pies de Jesús y le agradeció por curarlo. ¿Acaso no quedaron limpios los diez? Preguntó Jesús. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No hubo quien volviese y diera glorias a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: levántate, vete, tu fe te ha sanado. Este acontecimiento se encuentra registrado en Lucas 17:12-19.
No nos podemos permitir que las distracciones y los quehaceres del día a día nos impidan reconocer la obra de Dios en nuestra vida. No seamos como los nueve leprosos que no regresaron a agradecer a Jesús por haberlos curado de la lepra. No dejemos que nuestra rutina triunfe en hacernos olvidar la mano de Dios en nuestra vida. No desperdiciemos de agradecer a Dios por nuestras bendiciones diarias. Desarrollemos un corazón agradecido y bondadoso hacia Dios y hacia nuestro prójimo.
Fuente: Biblia 2
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