La importancia de tener amigos cristianos

Los seres humanos nos necesitamos los unos a los otros para recibir apoyo y compañerismo, y como creyentes, también necesitamos el apoyo y compañerismo de otros cristianos. El Señor no espera que vivamos una vida cristiana por nosotros mismos.

El principio del compañerismo espiritual en la Palabra

Aunque los términos compañeros cristianos o compañeros espirituales no están en la Biblia, el principio es hallado a través de las Escrituras. Por ejemplo, veamos Eclesiastés 4:9-10 en el Antiguo Testamento:

Mejor son dos que uno, porque tienen buena recompensa por su trabajo; porque si caen, el uno levantará a su compañero. Pero ¡ay del que cae y no tiene otro que lo levante!”

Cuando estamos solos como cristianos solitarios, quizás nos desanimamos debido a nuestros pecados y fracasos y nos cuesta trabajo seguir adelante en nuestra vida cristiana. Sin embargo, si tenemos al menos un compañero espiritual, tenemos a alguien que nos levanta cuando caemos, nos anima y nos ayuda a tornarnos nuevamente al Señor. En otras ocasiones nosotros podemos hacer lo mismo por ellos.

En el Nuevo Testamento, Marcos 2:3-5 nos muestra un ejemplo maravilloso de lo que los compañeros pueden hacer los unos por los otros:

“Entonces vinieron unos trayéndole un paralítico, cargado por cuatro. Y como no podían acercarlo a Él a causa de la multitud, destecharon la azotea por donde Él estaba, y después de hacer la abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”.

El paralítico no podía acudir a Jesús; por sí solo él no tenía esperanza alguna. Pero sus cuatro amigos lo bajaron por la azotea para acercarlo a Jesús. Finalmente, al perdonar los pecados de este hombre, Jesús le dijo que se levantara, tomara su camilla y se fuera a su casa, lo cual hizo inmediatamente. Debido a lo que sus amigos hicieron por él, el hombre recibió el perdón de sus pecados y fue sanado.

Cuando nos sentimos “paralizados” en nuestra vida espiritual, nuestros compañeros nos pueden ayudar a acudir al Señor Jesús. Podemos orar unos por otros o compartir mutuamente algo de la Palabra de Dios que nos ayude a levantarnos y seguir adelante. O a medida que tenemos comunión juntos, el Señor nos puede alumbrar en algo y nos damos cuenta que tenemos que orar para confesar algo al Señor y ser perdonados. Incluso nuestro cuidado mutuo en el amor fraternal nos puede animar y rescatar cuando estamos tambaleando.

Además, el apóstol Pablo instruyó a un hermano joven en el Señor en 2 Timoteo 2:22:

“Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor”.

Aquí Pablo exhortó a Timoteo a huir de las pasiones juveniles y seguir un vivir cristiano al unirse con los que de corazón puro invocan al Señor; éstos son con quienes él podía seguir al Señor.

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Los compañeros espirituales son diferentes a los amigos

Después de ser salvos, es de gran ayuda buscar compañeros espirituales con quienes seguir al Señor. Podemos seguir pasando tiempo con nuestros otros amigos, pero nuestra intención al estar con ellos no debe ser entregarnos a las cosas del mundo. Al contrario, nuestro corazón hacia ellos debe ser uno que los lleve a conocer y seguir al Señor. En algunos casos, nuestras relaciones con ellos pueden cambiar a medida que les hablamos acerca de Jesús.

En 1 Corintios 15:33 se nos advierte que “las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. Nuestros amigos quizás no sean malos, pero si no siguen a Cristo de forma activa nos pueden influenciar negativamente. La mayoría de nosotros hemos tenido amigos incrédulos o incluso cristianos que dicen o hacen cosas en las cuales no nos sentimos cómodos participando. Tal vez tengamos un deseo firme de ayudarlos a conocer al Señor, pero ser uno con ellos y hacer cosas que molestan nuestra conciencia no los traerá a Cristo. De hecho, esto solamente frustrará nuestro crecimiento y tal vez hasta entorpezca nuestra vida cristiana.

Para ilustrar esto, imagine que está parado en una silla. Ahora imagine que intenta levantar a alguien más a la silla junto con usted. ¡No es fácil! Es extremadamente difícil levantar a otra persona junto con usted a la silla; es más fácil que la persona que está en el suelo lo hale de la silla hacia el suelo. De igual manera, es relativamente fácil ser halados de nuestro andar cristiano por nuestros amigos que no son salvos, a pesar de nuestras buenas intenciones de querer levantarlos a ellos.

Esto no quiere decir que debemos dejar de relacionarnos con nuestros amigos. El deseo de Dios es que nuestros amigos sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad. Uno de los beneficios de tener compañeros cristianos es que podemos orar juntos por nuestros amigos. También podemos tener comunión juntos acerca de la mejor manera de pasar tiempo con nuestros amigos y conversar con ellos acerca del Señor. Nuestros compañeros nos brindan otras manos para ayudarnos a levantar a nuestros amigos, y juntos, somos salvos de ser halados hacia abajo. No solamente eso, también no asumimos la carga de cuidar de otros por nosotros mismos.

Ejemplos de compañeros espirituales en la Biblia

El Señor Jesús no quiere que vivamos una vida cristiana individual. En los Evangelios, por ejemplo, Jesús envió a los discípulos a propagar el evangelio de dos en dos, no de uno en uno.

Esta práctica de salir juntos con compañeros continuó por todo Hechos, con los discípulos viajando y predicando juntos. Veamos el relato de Pablo y Silas en Hechos 16:25-26 cuando fueron encarcelados y sus pies asegurados en el cepo:

“Hacia la medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos de alabanza a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”.

Incluso el apóstol Pablo se hubiera sentido sin esperanza si Silas, uno que seguía a Cristo juntamente con él, no hubiera estado con él. Juntos fueron fortalecidos para orar y cantar, a pesar de su situación tan desesperante; todos los prisioneros los escucharon cantar y alabar, y como resultado, el carcelero y toda su familia recibieron al Señor Jesús.

Pablo siguió viajando y ministrando con Bernabé, Silas, Lucas, Timoteo y otros hermanos en el Señor. Muchas de sus epístolas fueron escritas con uno de sus compañeros a su lado. Éstos no eran simplemente amigos que por casualidad eran cristianos. Eran los compañeros espirituales con los que Pablo podía tener comunión, orar y hablar el evangelio. Aun siendo un apóstol de edad avanzada y un cristiano maduro, Pablo dependía del compañerismo cristiano.

Ore por compañeros sanos

Ya sea que seamos creyentes nuevos o que hayamos sido salvos hace mucho tiempo, el compañerismo cristiano es necesario para tener una vida espiritual sana. Si todavía no tenemos compañeros, podemos orar al Señor que nos ayude a encontrar al menos una persona con la que podamos leer la Biblia, orar y disfrutar la comunión cristiana de forma regular.

Fuente: Bibles for America

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