Resistir las tentaciones

Antes de empezar el tema es importante definir lo que es la tentacion y la prueba y al mismo tiempo la relación que existe entre prueba y tentación.

Podemos dar las siguientes definiciones:

Tentación: Es el estímulo que excita e induce al hombre a obrar mal. Luego entonces, todos los estímulos externos e internos que nos inducen a hacer lo que es malo son tentación.

Prueba: Es la razón o argumento con que se demuestra la verdad o falsedad de una cosa.

Analizando las dos definiciones llegamos a la conclusión, de que las tentaciones que enfrenta el creyente por parte de el tentador son en realidad pruebas que tenemos que pasar para demostrar nuestra fidelidad, rectitud y amor a Dios.

Santiago 1:12-15

12 Bienaventurado el varón que sufre la tentación; porque cuando fuere probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido á los que le aman.
13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios: porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta á nadie:
14 Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y seducido.
15 Y la concupiscencia, después que ha concebido, pare el pecado: y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte.

I. INTRODUCCIÓN.

Dios creó el universo y el mundo perfectos. Adán y Eva constituyeron los primeros seres concebidos para que disfrutaran la creación. No obstante, Satanás –quien había caído como fruto de su orgullo y maldad—sin los privilegios de una posición elevada en la dimensión espiritual, se dio a la tarea de trastornar los planes de Dios.

Nada mejor para hacerlo que tendiendo trampas a los hijos terrenales de Dios. Satanás creó el escenario y sutilmente generó las condiciones para producir la caída de Adán y Eva. Ellos cedieron a la tentación y se convirtieron en los instrumentos para que entrara el pecado en el mundo.

Las tentaciones son muchas y de muy diversas clases. Porque todos los malos pensamientos de nuestra mente que suscita nuestra concupiscencia o los atiza el tentador, que nos inducen a transgredir la ley, son tentaciones; y las mismas cosas que en sí no son malas, sin embargo por arte e industria de Satanás se convierten en tentaciones cuando se nos ponen ante los ojos, a fin de que mediante ellas nos apartemos de Dios (Mateo 4:1-11; 1ª Tes. 3:5; Santiago 1:2-14). De éstas últimas, unas están a la derecha, y otras a la izquierda. A la derecha, las riquezas, el poder, el honor y otras semejantes, que muchas veces bajo la apariencia de bien y majestad que parecen tener, ciegan los ojos y engañan con sus halagos «Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz» (2ª Cor. 11:14), para que cogidos en tales astucias y embriagados en su dulzura, se olviden de Dios. A la izquierda, cosas como la pobreza, la ignominia, el menosprecio, las aflicciones y otras por el estilo, con cuya aspereza y dificultad se desaliente, pierda el ánimo y toda confianza y esperanza, apartándose el hombre finalmente por completo de Dios. El dejar de enfrentar, resistir y vencer las tentaciones para pecar interrumpe nuestra comunión con Dios, debilita nuestra capacidad para obedecer y deshonra el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

II. LA FUENTE DE LA TENTACIÓN.

  1. a)Satanás: De acuerdo a la Biblia, a Satanás se le reconoce como el tentador, y a la luz deMateo 4:3, vemos que Fue Satanás el que tentó a nuestro señor Jesucristo en el desierto tratando de interponerse en los planes divinos de Dios. Satanás tienta para causar daño, destruir la fe y la obediencia y provocar exasperación y rebeldía en contra de Dios «Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo» 2ª Cor. 11:3. El diablo ha usado esta misma tentación en multitudes de seguidores de Cristo. Tales creyentes una vez tuvieron una verdadera hambre de Dios. Eran ungidos, llenos de oración, y llenos del poder del Espíritu Santo. Pero entonces fueron llevados a un desierto de sufrimiento, necesidad y desesperación. Y Satanás les tentó a dudar que su prueba era dirigida por Dios. Consultar además 1ª Cor. 7:5; 1ª Tesalonicenses 3:5; 2ª Cor. 2:11; 1ª Tesalonicenses 2:18.
  2. b)El mundo: El mundo despliega sus atractivos para tentar al creyente en los deseos de la carne, de los ojos, la vanagloria, el poder y las riquezas y con esto envolverlo e intentar alejar al creyente de Dios«Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo» 1ª Juan 2:17. Consultar además Salmo 1:1; Génesis 39:6-10; San Juan 17:14-16.
  3. c)El pecado que mora en nosotros: La fuente más poderosa de tentación, sin embargo, es nuestra propia carne, ya que son nuestros deseos hacia las cosas prohibidas lo que nos seduce e induce a desobedecer a Dios.Santiago 1:13-14. Consultar además Gálatas 5:16-18; Efesios 4:22-32; Colosenses 3:8.

III. EL OBJETIVO QUE TIENE SATANÁS AL TENTARNOS.

El diablo es un ladrón, y Jesús dice que ha venido a hurtar matar y destruir; el apóstol Pedro dice que anda como león rugiente buscando creyentes tibios e inconstantes para devorarlos.

Satanás sabe que no puede destruir a un creyente que está en obediencia al Señor, este creyente podrá ser probado con muchas dificultades que pueden herirlo profundamente, pero la prueba y las dificultades pasarán y obtendrá la victoria en su vida. Por lo tanto, Satanás usa la tentación  para poner al creyente en desobediencia a la palabra del Señor, para así vulnerar el círculo de protección que lo rodea por causa de su obediencia. Cuando el demonio logra hacer caer al creyente en la tentación, el círculo de protección se rompe y se abre una brecha que le otorga una entrada legal a Satanás a su vida por haber desobedecido el mandamiento del Señor. Luego que Satanás logra su propósito de hacer caer en el pecado de desobediencia, con un espíritu inmundo, se instala legalmente en la vida del caído o caída, junto a varios otros espíritus que acompañan al pecado. Es como una ocupación de territorio en una guerra por el enemigo. Entre los espíritus que acompañan al pecado están: la rebeldía, el miedo, la dureza de corazón, la mentira, la vergüenza, la turbación de espíritu y la opresión mental.

El creyente pierde la paz en su interior, se llena de resentimiento, vergüenza y sentido de culpa, el Espíritu Santo es contristado dentro de él provocándole una profunda amargura. Ahora su mente y alma han recibido una invasión de espíritus demoníacos, que comienzan su obra destructora y de muerte. El campo de batalla constante del creyente que ha caído en pecado  es su mente, que no descansa de los ataques del enemigo que ha entrado a su vida. Las obras de la carne comienzan a manifestarse, alguna de ellas son: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas…”. ( ver Gálatas 5:19-21). El Espíritu Santo es cada vez más contristado y la angustia puede llegar a ser insoportable. Además de toda la lucha interna, mental, comienzan a manifestarse los problemas externos, con las amistades, familiares y por su puesto si se es casado con la pareja. Esto es a groso modo lo que quería lograr Satanás para comenzar su diabólico plan, porque finalmente lo que quiere, es lograr que el creyente este en absoluta desobediencia al Señor para llevarlo al mundo, donde por todos los medios tratará de destruirlo completamente.

Hermanos, si es esta la situación de algunos de ustedes, les tengo buenas noticias. Primero les quiero decir que Dios nuestro padre es misericordioso y perdona nuestros pecados, el profeta Isaías lo dice de esta forma: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; y si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.(Is. 1:18). El apóstol Juan lo dice así: ”Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1ª de Jn. 1:9). Y otra vez Juan dice: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el padre, a Jesucristo el justo”. (1ª Jn. 2:1). La pregunta es: ¿quieres que el Señor te restaure y limpie tu corazón y mente? Si tu respuesta es afirmativa, te invito en el nombre del Señor a comenzar tu proceso de restauración hasta lograr una limpieza completa.

IV.  EL ANTÍDOTO CONTRA LA TENTACIÓN.

El antídoto para vencer las tentaciones nos lo dio nuestro Señor Jesucristo en San Mateo 26:41 «Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad está presto, mas la carne enferma». Es importante que el cristiano practique la oración, que esté en comunión constante con Dios solicitando su apoyo, misericordia, guía e inteligencia para de ésta manera ser siempre vencedor ya que es imposible estar exento de las tentaciones.

Si analizamos la 6ª petición de la Oración del Señor: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal…» San Mateo 6:13. Esta petición responde, a la promesa que Dios nos ha hecho de imprimir su ley en nuestros corazones. Mas por cuento no obedecemos a Dios sin una continua batalla y con duros y crueles encuentros, pedimos aquí que se nos provea de fuertes armas, y que nos ampare con su asistencia para que podamos alcanzar la victoria. Con ello se nos advierte que no solamente tenemos necesidad de que la gracia del Espíritu Santo ablande nuestros corazones, los enderece y encamine en el servicio de Dios, sino que también necesitamos su socorro , que nos haga invencibles contra las acechanzas de Satanás y sus violentos ataques.
Así que pedimos en ésta petición a Dios nuestro padre, que no permita que seamos vencidos por las tentaciones que luchan contra nosotros, bien sea aquella que nuestra concupiscencia produce en nosotros mismos, bien aquellas a las que somos inducidos por la astucia de Satanás; sino que con su mano nos mantenga y levante, para que animados por su esfuerzo y virtud, podamos mantenernos firmes contra todos los asaltos de nuestro maligno enemigo, sean cuales sean los pensamientos a los que nos quiera inducir. E igualmente, que todo cuanto se nos presenta de una parte o de otra, lo convirtamos en bien; es decir, que no nos ensoberbezcamos con la prosperidad, ni perdamos el ánimo en la adversidad.

Sin embargo no pedimos aquí que no sintamos tentación alguna, pues nos es muy necesario que seamos estimulados y aguijoneados por ellas, para que no nos durmamos en el ocio. Porque no sin razón deseaba David ser probado (Salmo 26:2), y no sin motivo prueba el Señor a los suyos, castigándolos cada día con afrentas, pobreza, tribulación y otro género de cruces (Gn. 22:1; Dt. 8:2; 13:3; 2ª Pedro 2:9)Pero Dios no tienta, sino que El prueba a sus hijos de otra manera muy diferente que Satanás. Satanás tienta para perder, destruir, confundir y aniquilar al hombre como la obra de Dios que es; Dios prueba para probar y experimentar la sinceridad de los suyos, para corroborar su fuerza con el ejercicio, mortificar su carne, purificarla y abrazarla; pues si no fuese tratada de esta manera, se revolvería y desmandaría. Además Satanás acomete a traición a los que están desapercibidos, desarmados, para destruirlos. Y aunque es cierto que Dios no tienta a nadie, sí prueba nuestra fe en El y en sus promesas, por lo tanto debemos de considerar que la tentación va implícita, y Satanás aprovecha esos momentos difíciles en que nos encontramos para seducirnos, convencernos y hacer que reneguemos de Dios y de sus promesas.

V. PASOS PARA LA RESTAURACIÓN.

  1. RECONOCER QUE SE HA DESOBEDECIDO Y COMETIDO UN PECADO DE MUERTE DELANTE DEL SEÑOR.

Pedir perdón al Señor con arrepentimiento y humillación sincera y verdadera, el arrepentimiento y la humillación debe ser con convicción de que se ha desobedecido delante del Señor y pecado contra si mismo y el prójimo. El Arrepentimiento debe ser en los términos del Señor, no en lo que nos indique nuestra mente; Juan el Bautista dice: ”Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento…” La convicción de pecado debe ser absoluta y completa con repudio y renunciación a la acción cometida.

  1. EL ARREPENTIMIENTO DEBE ESTAR ACOMPAÑADO DE CONVERTIMIENTO.

Esto significa, dejar inmediatamente el pecado y la desobediencia, un volverse absolutamente en 180º del camino equivocado y ponerse en obediencia al Señor. El convertimiento también debe ser en los términos del Señor, como lo dice el profeta Joel: “Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mi con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo”. (Joel 2:12 y 13).

Hermano, no permitas que tu mente natural argumente a favor del pecado que has cometido, ni busques justificaciones, esto sería una muestra de un falso arrepentimiento y el enemigo seguiría haciendo presa de ti, no hagas caso de los ofrecimientos de Satanás, pues él no se alejará inmediatamente de ti, sino que te buscará por algún tiempo para tratar nuevamente de hacerte caer en desobediencia. Tu resistencia debe ser firme y sin vacilación. El apóstol Santiago nos da la fórmula de resistir en forma correcta, él dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”. (Stg. 4:7 al 10). Si te mantienes en obediencia, nuevamente el círculo de protección se cerrará a tu alrededor y el Espíritu Santo comenzará su obra de restauración y limpieza en tu vida.

  1. TU DECISIÓN DE VOLVER A LA OBEDIENCIA, DEBE SER UN ACTO FIRME E INQUEBRANTABLE DE TU VOLUNTADA SOMETIDA AL SEÑOR.

La victoria y restauración completa para tu vida la obtendrás con una decisión firme, inquebrantable y trascendente de renunciación al pecado y la desobediencia. Si permites en algún rincón de tu corazón la posibilidad de continuar con el pecado, porque te parece una buena alternativa, estarás muy equivocado y en serio peligro, la restauración demorará más tiempo o tal vez nunca la logres. Es la decisión de tu vida, obedecer o no obedecer.

  1. DEBERÁS REALIZAR UN ACTO DE VALENTÍA SUPREMA

Finalmente, para tu restauración completa es necesario un acto de valentía suprema, deberás enfrentar las consecuencias de tu desobediencia, luchar hasta reparar los daños que el enemigo te ha causado, reconocer con humildad y sinceridad tu error, pero sabiendo que el Señor te ha perdonado y que ya ha comenzado tu proceso de restauración, y como dijo el apóstol Pablo, tú también puedes decir: “todo lo puedo en cristo que me fortalece”. Gloria al Señor por su amor.

VI. CONCLUSIÓN:

Aunque el creyente está en constante lucha contra las tentaciones, Dios, en su Palabra nos ha dado una promesa en la cual debemos de confiar y sabemos que el es fiel para cumplirla. Pues Dios no permite que seamos tentados más de lo que podemos resistir, y hace que la tentación termine felizmente para que los suyos puedan sufrir con paciencia todo cuanto les envía «No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.» ( 1ª Cor. 10:13). Hebreos 2:18; 4:15.

Pero el creyente debe poner su parte, esforzándose cada día para huir de las tentaciones ya que es un requisito que se nos exige como fieles creyentes en Jesucristo. «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.» Santiago 4:7.

Si tu arrepentimiento y conversión son genuinos, el enemigo ha sido echado de tu vida por el Señor, pero quedarán alguna marcas y manchas en tu mente, que el Espíritu Santo te ayudará paso a paso a sacar de ella. Recuerda que tu alma ha experimentado una invasión de espíritus demoníacos, que aunque han sido echados de tu vida por el poder de Dios, quedarán algunas huellas por algún tiempo.

En nuestra alma están nuestras emociones, sensaciones, imaginaciones y la voluntad, después de una caída de este tipo quedan algunas manchas y huellas, por ejemplo vendrán recuerdos y sensaciones que te atormentarán, de ninguna manera cedas a tus recuerdos y los deseos de tu carne, crucifícala en el nombre del señor. Es aquí donde debes echar mano a las armas de nuestra milicia de las que el apóstol Pablo dice: ”porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. (2 Corintios 10:4-5).

Las fortalezas son las estructuras mentales equivocadas, que el enemigo logra crear en nuestras mentes con su invasión demoníaca cuando estamos en desobediencia, las cuales debemos destruir y derribar completamente a través de las armas espirituales y la obediencia absoluta al Señor. No debes asustarte si hay demora en que tu mente quede completamente limpia, es un proceso de limpieza que puede demorar, pero persiste hasta que con la gracia del Espíritu Santo y tu constancia, logres la limpieza completa.

Con oración, sometimiento a la voluntad del Señor, confesión de la palabra de Dios y el tiempo, el Espíritu Santo limpiará tu vida y te dará la victoria completa sobre la tentación y la caída. Como dice el apóstol Pablo a los filipenses: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. (Fil. 1:6). Gloria al Señor por su gracia magnífica.

Fuente: Iglesia Sion

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