Los discípulos le preguntan a Jesús sobre cómo aumentar la fe. No hace falta que aumente sino que se acrisole y aunque parezca pequeña como un grano de mostaza, sea capaz de hacer prodigios por la palabra de Cristo. Te propongo algunas pistas para movilizar la fe y para fortalecerla, de ella basta un poco cada día para ver cómo lo imposible a la luz de Dios se hace posible.
1. Propicia encuentro
Si eres una persona de fe, es necesario que constantemente propicies el encuentro con la voz de Dios, a través de la escucha de la palabra, de personas que te lleven a lo espiritual, de buena música y lecturas, de encuentros o retiros, a través de las cuales te alimentes fuertemente de la vida de Jesús. Sólo en el encuentro y en el conocimiento un discípulo se siente llamado a aumentar su fe.
2. Ahonda en tu oración
No te conformes ni con el tiempo, ni con la forma ni con la intensidad. La oración es un camino tan dinámico para el encuentro con Dios, que nunca será suficiente. No sólo pienses en el tiempo que dedicas, siente cómo la oración te invita a una fe más fuerte, construida sobre roca. Escucha que el Maestro quiere llevarte “Mar adentro”. No seas superficial en la oración, deja que ella sea el mar inmenso donde se sumerge el alma en Dios.
3. Fórmate en la Palabra
La formación conduce a la transformación. La Biblia es la fuente del mensaje de Jesús y la base del anuncio de su Iglesia, así que es esencial y fundamental en la vida cristiana conocerla y estudiarla. Si no conoces a profundidad la Palabra, ¿Cómo sabes que vives según el criterio del Evangelio? Si poco a poco la estudias y te formas, “conocerás la verdad” y serás más libre para creer y tu fe será más fuerte.
4. Haz ejercicio de abandono
¿Qué es la fe si no respuesta al mensaje de Jesús? La respuesta parte de la escucha y el silencio, de aquietarse frente a Él y abandonarse. El abandono es el ejercicio de hacer hasta lo que es posible y dejar a Dios lo que parece imposible. En todo, desde lo más simple del día hasta las situaciones más complejas de la existencia: abandona tu ser. Déjate rendido ante el Maestro, que hará su voluntad en ti en la medida que se lo permites. Aprende a soltar situaciones que siempre quieres solucionar a como dé lugar por tus medios, y dale chance a la voz de Dios que te muestra nuevas salidas.
5. Comparte en comunidad
La fe no crece en solitario, por el contrario se estanca. Jesús quiso compartir el privilegio de su mensaje con una comunidad pequeña de discípulos a quienes les explicaba con calma. Así también la vida del cristiano, necesita ver el rostro de Cristo en otros hermanos que le motiven a creer y acompañen su caminar cuando se debilita la fe.
6. Ponle a lo que haces el sabor de Dios
La fe es un suave sabor que acompaña la vida del creyente. Así que lleva a todo lugar, conversación y situación tu experiencia de fe. No seas discípulo anónimo. Intenta compartir con alegría aquello que crees, en las palabras, los gestos, la prudencia y la mirada. Ponle el toque de la fe que hace falta a esos entornos insípidos en los que vives. Llena del sabor de Dios los momentos del día y sentirás una docilidad especial a su voluntad.
7. Sirve
El servicio es la fecundidad del discípulo que se siente agradecido con lo que le ha dado su Señor. La forma de recibir bendición es ser bendición para otros, así que para hacer que crezca la fe, abre tus manos a la necesidad de alguien. Si ya caminas en la fe, sabrás que tienes mucho por dar, que tus talentos y dones salen a la luz cuando se deja a Dios actuar en la vida. No te cierres a la comodidad de una vida cristiana que recibe, asume el reto de servir y hacerse el último con tal de que Cristo se forme en otros. En el servicio se visualiza con certeza la presencia de Dios que actúa a través de ti.
8. Cultiva los valores del evangelio
Tu alma es como ese terreno que necesita ser cultivado para que de una buena cosecha. La semilla es la palabra y a partir de ella irás segando grandes riquezas. ¿Cuál es el valor que tienes como reto intentar vivir en este tiempo? ¿Qué valor necesitas robustecer para dejar al evangelio resplandecer en ti? Una mujer o un hombre de fe fuerte pedalea sin cansarse o sin dejar de levantarse mirando hacia la meta: Jesús.
9. Apuéstale a la certeza
La seguridad que da la fe es que viviremos por ella (Hab 2,4). Puedes apostarle cada día a tus capacidades, a un amigo que sabe hacer un negocio, al proyecto en que invertiste, al presagio de una buena suerte o al dinero que tienes en la cuenta, pero nunca tendrás la seguridad suficiente comparable a la certeza de confiarle tus asuntos a Dios. Certeza es tener la convicción de que Dios “interviene siempre para el bien”Rom 8,28. Camina ejercitando la certeza, sabiendo que en TODO está Dios actuando. ¿Cuál es tu certeza del día?
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