Es probable que estemos familiarizados con la frase “dar testimonio de Cristo”, sin embargo, ¿sabemos porqué debemos dar testimonio del Señor y cómo debemos hacerlo?
Dar testimonio de Cristo significa simplemente declarar a otros lo que hemos visto y experimentado personalmente del Señor Jesús.
Cuando lo recibimos como nuestro Salvador, nuestra primera reacción fue probablemente decirle a nuestro mejor amigo todo acerca de la salvación, esto es, dar testimonio de Cristo. Esto fue lo que Felipe hizo en Juan 1:45. Inmediatamente después de que conoció al Señor, “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret”. Decirles a otros acerca de Cristo de esta manera es dar testimonio de Él.
Ahora debemos ver porqué tenemos que dar testimonio de Cristo. También hablaremos sobre algunos puntos prácticos de cómo debemos hacerlo.
¿Por qué debo de dar testimonio?
En el Nuevo Testamento encontramos muchos versículos que nos dicen que debemos de dar testimonio del Señor durante toda nuestra vida en esta tierra. ¿Por qué debemos hacerlo? La respuesta es cuádruple, y la vemos desde cuatro puntos de vista: Dios, los creyentes, los incrédulos y Satanás.
Desde el punto de vista de Dios: Él nos exige
El Señor Jesús murió en la cruz para realizar la redención y luego resucitó victoriosamente de entre los muertos. Inmediatamente después de esto, Él le dijo a Sus discípulos:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos \*en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. (Mt. 28:19)
El Señor Jesús no les sugirió o les recomendó, Él les exigió hacer esto. Él nos comisionó a ir y predicarlo, a propagar las nuevas acerca de Él a todas las personas de este mundo.
Ya sea que sintamos o no hablar por Cristo, la voluntad de Dios y nuestra comisión es que demos testimonio de Él a todos. En esto nuestras preferencias y opiniones no tienen lugar. Su Palabra claramente nos exige que vayamos a hacer discípulos a todas las naciones.
Desde el punto de vista de los creyentes: somos pámpanos elegidos puestos en la vid para llevar fruto
El Señor nos dice en Juan 15:16:
“No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto”.
El Señor nos eligió y nos puso como pámpanos en Él, la vid verdadera. El cuadro de los pámpanos en la vid nos muestra que nuestra relación con el Señor es una que se lleva a cabo en Su vida divina. Los pámpanos no pueden vivir a menos que estén unidos a la vida de la vid y la compartan. ¡Ahora compartimos la vida de Cristo! ¡Qué maravilloso! Sin embargo, esto no es todo.
El Señor tiene una intención y un propósito por los cuales somos pámpanos en Él. Su Palabra claramente nos dice que Él nos eligió y nos puso en Él como pámpanos para que llevemos fruto. El Señor desea que cada uno de los pámpanos lleve fruto.
En este versículo, el fruto no se refiere a las virtudes de un creyente, las cuales se mencionan en otras partes del Nuevo Testamento. El fruto aquí son otros creyentes, producidos por aquellos que moran en Cristo como pámpanos tal y como se explica en la nota 2 de este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro. Le animamos a leerla para que entienda lo que quiere decir fruto en este versículo.
Nosotros no elegimos al Señor. Él nos eligió a cada uno de nosotros y nos puso como pámpanos en Él, la vid. Entonces, ¿cuál es Su deseo e intención al habernos puesto en Él como pámpanos, compartiendo Su vida? Es que vayamos y llevemos fruto, hablando a otros a fin de que ellos también lleguen a ser aquellos que comparten esta vida. La intención del Señor nunca fue que la vida que Él impartió en nosotros se detuviera con nosotros.
Desde el punto de vista de los incrédulos: es necesario que escuchen para creer
El hombre tiene una necesidad espiritual urgente. ¿Cuál es nuestra responsabilidad hacia nuestro prójimo? Podemos ver esto en las palabras de Pablo mencionadas en Romanos 1:14:
“Deudor soy igualmente a griegos y a bárbaros, a sabios y a ignorantes”.
Cada uno de nosotros los creyentes somos deudores. Si no son salvos, aquellos que no han creído en el Hijo de Dios perecerán eternamente en el lago de fuego. Nosotros somos salvos, pero ¿qué sucede con las demás personas? Nosotros los que tenemos al Señor Jesús somos los únicos que tenemos lo que estas personas a punto de perecer necesitan. Somos deudores con las personas que nos rodean, tales como nuestros parientes, amigos, vecinos y otros; debemos hablarles el evangelio de Jesucristo para que no perezcan, sino que crean en Él y reciban la vida eterna.
Si nosotros no les hablamos a las personas acerca de Cristo, ¿quién lo hará? ¿Cómo sabrán sobre Él? ¿Cómo serán salvas? Romanos 10:14 nos obliga a compartir las buenas nuevas con otros:
“¿Cómo, pues, invocarán a Aquel *en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán *en Aquel
de quien no han oído?¿Y cómo oirán sin haber quien proclame?”
Si nadie nos hubiera hablado del Señor Jesús, ¿dónde estaríamos ahora? Del mismo modo, debemos dar testimonio a otros acerca de nuestro Salvador. Las personas no pueden invocar al Señor para recibir Su salvación si no an oído sobre esto. Es por eso que Romanos 10:15 dice:
“¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian las nuevas de cosas buenas!”
Desde el punto de vista de Satanás: su reino sufrirá pérdida
Dar testimonio de Cristo también derrota la estrategia de Satanás de mantener a las personas bajo su autoridad. El Señor Jesús necesita que proclamemos el evangelio a las personas así como dice el siguiente versículo:
“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe que es en Mí”. (Hch. 26:18)
Cuando les hablamos a otros y ellos confiesan al Señor como su Salvador, así como Colosenses 1:13 nos dice, son liberados de la potestad de las tinieblas y trasladados al reino del Hijo.
Cada vez que una persona recibe el don de la salvación, se libera a otro cautivo de Satanás. No es de extrañarse por qué a veces nos cuesta trabajo abrir nuestra boca para proclamar a Cristo; Satanás, el enemigo de Dios, se opone a nuestro hablar porque cuando las personas creen en Cristo, ¡el reino de Satanás sufre pérdida!
¿Cómo damos testimonio de Cristo?
Ahora que ya hemos visto por qué debemos dar testimonio, ¿cómo lo hacemos? He aquí algunos puntos prácticos de cómo debemos dar testimonio de Cristo.
1. El primer punto y lo más importante que debemos hacer es orar.
Podemos orar así: “Señor, me has exigido que dé testimonio de Ti. Y soy un pámpano en Ti, compartiendo Tu vida para llevar fruto. Señor, ayúdame a dar testimonio a los que estan en mi vida que no son salvos para que te conozcan”. Debemos tomar en cuenta a todas las personas en nuestras vidas que aún no son salvas. Podemos hacer una lista de nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de clases y compañeros de trabajo que no son salvos y orar por cada uno de ellos regularmente. Podemos preguntarle al Señor a quién desea que le hablemos en específico, cómo y cuándo debemos hablarles. Hasta podemos orar al Señor por las oportunidades de hablarles a los que nos rodean. Mientras más miramos al Señor y le permitimos que nos dirija, más fluirá Él en nuestro hablar a las personas.
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2. Debemos darnos cuenta que ser salvos nos califica para dar testimonio del Señor.
Dar testimonio de Cristo no requiere que asistamos a un seminario o recibamos un entrenamiento especial. Creer en y recibir a Cristo nos califica para ser Sus testigos. Esto se demuestra en los distintos casos en el Nuevo Testamento de personas recién salvas que inmediatamente testificaban acerca de Cristo y lo que Él había hecho por ellos. No es necesario que compongamos mensajes extensos o hablemos elocuentemente de todas las cosas en la Biblia para así dar testimonio a las personas. ¡Cuán desalentador sería si esto fuera el caso! Lo único que se requiere de nosotros es poner nuestros ojos en Aquel que está en nuestro ser y hablar de nuestra experiencia de Cristo. Aún si somos recién salvos, podemos testificar: “Estaba vacío y solo, pero ahora ¡Cristo vive en mí!”
3. Podemos hablar acerca de lo que personalmente hemos experimentado de Cristo.
Al abrir nuestras bocas para el Señor, no es necesario que tengamos todas las respuestas a las preguntas que las personas nos hagan. Solamente necesitamos hablar de lo que sabemos. 1 Juan 1:3 dice:
“Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros”.
Podemos decirles a las personas acerca de lo que hemos visto y oído respecto a la Palabra de vida, Cristo. Esto significa que les podemos hablar de lo que hemos experimentado. Por ejemplo, podemos decirles cuán cargados estábamos con el pecado y la culpa, y cómo recibimos a Cristo y fuimos perdonados y limpiados por Él. Podemos decirles que ahora Cristo vive en nosotros y está con nosotros todos los días. Es bien normal para nosotros hablar de nuestra propias experiencias en nuestra vida diaria. Al dar testimonio, sencillamente compartimos nuestra experiencia de Cristo. Es probable que todavía no conozcamos mucho de la Palabra, sin embargo, sí conocemos a Aquel que tocó nuestro corazón y abrió nuestros ojos. Podemos hablar de lo que Él hizo para nosotros. Si nos ponemos a pensar acerca de esto, ¡tendremos mucho que decir respecto a nuestro querido Señor!
4. Nunca es demasiado tarde para empezar a dar testimonio de Cristo.
El mejor momento para hablarle a otros acerca de Cristo es inmediatamente después de ser salvos, cuando nuestra experiencia esta fresca. Sin embargo, aunque ya tengamos tiempo de creer y todavía no hayamos desarrollado el hábito de dar testimonio, nunca es demasiado tarde para empezar. Podemos consagrarnos de nuevo y comenzar a hablar de Cristo. Nuestro espíritu será avivado y nuestra fe será fortalecida mientras vamos a decirles a otros.
5. Podemos comenzar hablándole a una persona por semana.
Debido a que tenemos muchas actividades, es importante practicar. Por ejemplo, no podemos esperar tocar el piano bien si nunca practicamos. De la misma manera, es necesario que practiquemos hablar. Esto nos ayuda a tener un objetivo claro de hablar a cierto número de personas dentro de un plazo determinado. De otra manera será muy fácil para nosotros posponer nuestra “práctica” una y otra vez, y nunca comenzar. Podemos comenzar nuestra práctica al hablar a una persona por semana acerca de Cristo. Mientras practicamos, aprenderemos a cómo alcanzar a diferentes tipos de personas y hablaremos con más eficiencia.
6. Podemos usar tratados del evangelio para compartir acerca de Jesucristo con otras personas.
Darle un tratado de evangelio a alguien es una manera estupenda de compartir acerca de Cristo. Simplemente podemos decirles unas cuantas palabras acerca del Señor basándonos en el contenido del tratado mientras se lo damos. Cuando las personas tienen un tratado para leerlo, el tratado les seguirá hablando aún cuando no estemos cerca de ellos. Bibles for America tiene una serie de tratados del evangelio breves para ayudar a las personas a compartir con otros acerca del Señor Jesús. Si desea puede imprimirlos y dárselos cara a cara a las personas o los puede enviar a alguien de forma electrónica.
Como cristianos, tenemos el don de vida eterna para compartirlo con nuestros parientes, amigos y conocidos. Que el Señor Jesús nos llene de Su gran amor por las personas mientras oramos por otros y comenzamos hoy a dar testimonio de Él.
Fuente: Bibles for America
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