Renunciar a uno mismo y servir a Dios

Cuando Jesús caminó por las orillas de Galilea, llamó a algunos pescadores que acababan de hacer la pesca más grande de su vida: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres!» Inmediatamente dejándolo todo, ¡le siguieron! (Lucas 5:2-11) ¡Abandonaron los pescados, las redes, su barco, su sustento, su antigua vida, e incluso su pobre padre!

¿Cómo pudieron hacer tal cosa? ¿Cómo iban a renunciar a su vida, y a su propia familia y amigos, incluso sin previo aviso, para seguir este extraño y su variopinta pandilla? Lo hicieron porque Él les ofrecía una vida mejor, un mejor trabajo, con un mejor jefe, una mejor familia, y con mejores recompensas! ¿Por qué «trabajar por la comida que perece» (Juan 6:27), cuando puedes ganar almas inmortales, quienes serán tus amigos para siempre? (Lucas 16:9)

Alguien le dijo: «primero déjame despedirme de mi familia». Jesús le respondió: «¡El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el reino!» (Lucas 9:61-62) «Pero déjame al menos enterrar a mi padre», dijo otro. (El padre probablemente ni siquiera estaba muerto todavía, ¡y esto podría haber llevado meses o años!) Jesús dijo con firmeza: «¡Deja que los muertos entierren a sus muertos! ¡Ven y sígueme!» (Lucas 9:59-60)

Dios se niega a tomar el segundo lugar sea cualquier cosa o persona. Él no nos permitirá poner a ningún otro dios antes de él – ni nuestro antiguo puesto de trabajo ni nuestro antiguo jefe, ¡ni incluso nuestra antigua familia y amigos! Dios es nuestro jefe y Él ahora tiene un nuevo trabajo para nosotros que no puede esperar. Esta es la primera prueba de Dios para cada persona que quiera ser un discípulo. (Lucas 14:33) ¡Quiere ver si lo amamos lo suficiente como para ponerlo como primera prioridad y renunciar a todo para seguirlo inmediatamente!

«Mas busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33)

Dios no va a tolerar que consideremos cualquier cosa como más importante que Él y su obra. Si podemos traer al jefe y nuestra familia con nosotros, está bien. Pero, obviamente, el padre de aquellos discípulos originales no estaba dispuesto a dejar su negocio, el barco, y todos los lindos pescados para seguir a Jesús con ellos – y nunca más volvemos a escuchar de él. El padre que se aferró a su negocio desapareció en el olvido, mientras que sus hijos se fueron con un desconocido e hicieron historia, ayudando a millones de almas para la eternidad.

¿No es ridículo comparar ahora el negocio, el padre, y la familia, que pronto todos perecieron, con las millones de almas que han sido salvadas por medio de la decisión de los pescadores en poner a Dios primero ese día, dejarlo todo, y seguir a Jesús? Ahora que podemos ver los resultados, es fácil saber que ellos tomaron la decisión correcta a pesar de las objeciones de su padre y la ruina de su negocio.

Nada es más importante que Dios y su obra de amor para salvar al mundo. ¡La única hora de Dios es ahora! Aquellos que vacilaron nunca regresaron. Y la lista de los que vacilan es más larga que la lista de seguidores. Muchos son los llamados, pero pocos han escogido tener a Dios como más importante que cualquier otra cosa. (Mateo 22:2-14)  ¿A quién y a qué vamos a poner en primer lugar nosotros?

¿Por qué no le pedimos al jefe de nuestro trabajo secular y a nuestras familias y amigos que vengan con nosotros a trabajar para Dios? Ellos podrían seguir a Cristo también, ¿no?  Pero si ellos no están dispuestos a seguir a Cristo, ¡no nos merecen! ¿Qué es más importante: Servir a ellos o trabajar para Dios y ser parte de su plan de salvar al mundo? ¡El momento es ahora! Mañana quizás sea demasiado tarde.

El Señor hace difícil las pruebas de ingreso, así se sabrá de inmediato si uno tiene lo que se necesita para sobrevivir.  Es algo como nacer, lo cual es una experiencia de crisis por cual la madre y el bebé deben pasar. Si pueden sobrevivir el parto, es probable que manejen el resto bastante bien. A partir de entonces sólo tenemos que ir paso a paso y grado por grado, como el crecimiento de un bebé.

Los creyentes tibios enferman a Dios. (Apocalipsis 3:16) Dice que las personas de doble ánimo son «como el mar en tempestad, cuando no puede descansar.» (Santiago 1:5-8) ¡No tiene sentido la vacilación que la gente tiene en servir al Señor al 100%! Si Él es verdaderamente digno de servir, ¡entonces vale la pena servirle a tiempo completo y con todo lo que tenemos!

¿Y tú? ¿Estás dispuesto a renunciar a todo, en absoluta lealtad y servicio a Jesús a tiempo completo? ¿Quieres ser parte de la última gran revolución espiritual? Si es así, se requiere 100% dedicación. ¡Es todo o nada! ¿Amén?

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