Cuando estaba en la universidad tenía muy claro que debía seguir el versículo de la Biblia que dice «y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor.» (Colosenses 3:23) Sabía muy bien que tenía que esforzarme y hacer bien las cosas, siempre con la intención de que lo hacía por Jesús. Si reflexiono y pienso cómo era la vida universitaria, puedo decir que era relativamente fácil tener en mente esta meta, desde el principio hasta la graduación lo veía siempre como una cuenta regresiva. El ritmo rápido y los cambios constantes en el horario de la universidad me ayudaban a tener en mente esta meta, y gracias a eso, pude mantenerme enfocada en mi objetivo final: hacerlo por Jesús.
Hoy, 20 años después, esa vida universitaria tan ocupada ha cambiado por una vida más «normal» como madre trabajadora con cinco hijos. En general, mi vida continúa, día tras día, igual que hace un año, hace cinco años e incluso 16 años, que fue cuando me convertí en madre por primera vez. Tengo almuerzos que preparar, ropa que lavar, niños que llevar a la escuela, cenas que preparar, niños que bañar y acostar, una casa que limpiar, y además, un trabajo que no puedo dejar de lado.
¡Oh, y créeme, ser madre trae tantas grandes alegrías que no las cambiaría por ningún otro placer en esta vida! Las alegrías suelen estar en las pequeñas cosas, como en el momento en que tu hijo pequeño te dice: «te quiero contar un secreto», y luego te susurra: «¡Te quiero!» O cuando los ves superar sus miedos: «Mira mamá. Mira cómo meto toda mi cabeza bajo el agua diez veces.» O cuando ves la emoción en los ojos de tu hija adolescente cuando se pone por primera vez al volante.
Pero a pesar de todo, últimamente he estado pensando que, a medida que cada día pasa y es tan monótono con tanto trabajo, es el momento de preguntarme de nuevo, ¿lo estoy haciendo por Jesús? Cuando me llaman a la habitación de mi hijo enfermo en medio de la noche, ¿lo estoy haciendo por Jesús? Cuando estoy preparando los almuerzos temprano en la mañana, ¿lo estoy haciendo por Jesús? Cuando llevo a los niños a la escuela y empiezo a trabajar cada mañana, ¿lo hago por Jesús? Y cuando les termino de dar de cenar y se van a la cama por la noche, ¿lo hago por Jesús?
Cuando dejo de enfocarme en la meta, es fácil que la vida se vuelva pesada – la vida se vuelve una carga cuando me dejo agobiar por todo el trabajo que hay que hacer a mi alrededor. «Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen… de los afanes de esta vida…» Lucas 21:34. He descubierto que si la vida se vuelve pesada, es porque he perdido mi enfoque y mi mira no está en Jesús. Esto me hace pensar en el versículo que dice: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.» Colosenses 3:1-2. En suma, puedo decir que en medio de mi vida «normal», que normalmente sería pesada y difícil, puedo ser liberada si mi vista y enfoque están en Jesús.
Sinceramente, yo creo que esto aplica para cualquier persona, en cualquier etapa de la vida, no solo en la maternidad. Si alguna vez sientes que algo que haces en la vida se ha convertido en una carga, entonces es el momento de dar un paso atrás y preguntarte: «¿Lo estoy haciendo por Jesús?»
Fuente: Cristianismo Activo
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