La alegría es algo que toda la gente busca y desea. Desafortunadamente, las mayoría las personas la busca en posesiones, títulos y experiencias terrenales. No entienden que la única verdadera alegría se encuentra en la presencia del Señor: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” Salmos 16:11.
Nuestros cuerpos están hechos de esta tierra, y por naturaleza somos atraídos a lo que es terrenal. Dios lo ha hecho de tal modo que nosotros nunca vamos a ser verdaderamente felices a menos que entremos en contacto con Él. El escritor de la epístola a los Hebreos dice: «¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?» Hebreos 12:9.
Dónde encontrar verdadera felicidad
«Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.» Proverbios 14:12. Buscar placeres en el mundo parece ser algo correcto para nuestros sentidos, sin embargo, existen muchos ejemplos de gente que tiene enorme cantidad de tesoros terrenales, pero nunca han experimentado verdadero gozo. Es la naturaleza del hombre siempre querer elegir lo contrario. Debemos someternos a nuestro Padre celestial, ya que, «si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.» Colosenses 3:1. Solamente vamos a encontrar verdadera felicidad a la mano derecha de Dios.
A Su lado aprendemos a hacer morir «lo terrenal en nosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.» Colosenses 3:5. Jesús, por medio del Espíritu, nos enseña a hacer morir las cosas que nosotros, como seres humanos, pensamos que nos traen alegría. Nosotros vamos a experimentar lo que los profetas y los antiguos anhelaban ver: «escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.» 1 Pedro 1:11.
Ahora que Jesús ha abierto un «camino nuevo y vivo… a través del velo, esto es, de su carne», podemos entrar en la presencia de Dios, la cual está detrás del velo.» (Hebreos 10:19). La Caída trajo como consecuencia la separación entre Dios y el hombre, pero Jesús – el postrer Adán, ha restaurado esta conexión. Hoy, más que nunca, podemos sentarnos a Su diestra hasta que ponga a nuestros enemigos por estrado de nuestros pies. (Salmos 110). A medida que estos enemigos sean puestos bajo nuestros pies, entraremos más y más en una vida de alegría. Tener la capacidad de amar en una situación que en tiempos pasados causaba ofensa, amargura o ira trae alegría genuina al corazón. Estas son las buenas nuevas del evangelio y está alcance de cualquiera que esté dispuesto a sacrificar todo para vivir esta vida.
Fuente: Cristianismo Activo
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