¿Cuál es en realidad la diferencia entre tentación y pecado?
En mi vida cristiana puedo sentirme impuro cuando soy tentado, y que he pecado en mis pensamientos. De hecho, esto no es verdad. La tentación no es pecado, más bien, es una prueba de mi fe, y por medio del evangelio puedo soportar la tentación ¡sin cometer pecado alguno!
Mi tendencia a pecar – el pecado en la carne
El pecado entró al mundo a causa de una desobediencia cometida por los primeros hombres, Adán y Eva. Todos sus descendientes han heredado el pecado en la carne, esto no es una infracción, sino una tendencia o deseo para hacer la propia voluntad y no la voluntad de Dios. La Biblia utiliza muchas palabras para describir esta tendencia: pecado en la carne, el cuerpo de pecado, la ley del pecado, deseos y pasiones, etc. En Romanos 7:18 Pablo escribe: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien”. Aquí él describe esta tendencia para pecar que todos hemos heredado.
¡Tentación y pecado no son lo mismo!
Santiago escribe claramente sobre el tema tentación y pecado. «Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.» Santiago 1:13-15.
De esto podemos deducir que la tentación en sí, no es lo mismo que cometer o hacer pecado; el pecado es el resultado de una concepción, cuando mi mente está de acuerdo con mi concupiscencia(o deseos) que viven en mi carne o naturaleza humana. Esto quiere decir que cometer pecado es algo que yo elijo hacer, y el pecado no se puede llevar a cabo sin que yo dé mi consentimiento.
¡Nadie tiene que pecar!
En otras palabras, Santiago nos enseña que la tentación es una prueba a mi fe, y que quienes soportan en la tentación sin pecar, recibirán la corona de vida (Santiago 1:12). De la misma manera Pedro escribe que nuestras pruebas (tentaciones) son motivo de gozo, pues nuestra fe es probada, y tiene la salvación de nuestra alma como resultado. El mensaje del evangelio es que aunque yo sea tentado no necesito pecar; yo puedo andar en las pisadas de Jesús y vencer en la tentación. La paga del pecado es la muerte, ¡pero los que vencen van a recibir la corona de vida!
Fuente: Cristianismo Activo
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